Arcadi Espada-El Mundo
NO COMETERÉ la injusticia de liberar de todo cargo al gobierno de Rajoy por su incomparecencia en Europa y en España a la hora de deslegitimar el relato nacionalista. Ni Rajoy ni nadie de sus gobiernos –valga por todo ejemplo el del asténico Dastis, qué gran diplomático para la República de San Marino– han sido los hombres que necesitaba la situación. Otra cosa es dónde están esos hombres en España. Pero ni la incomparecencia ni el dinero público fraudulentamente destinado por la Generalidad desleal a socavar la democracia española explican la complicidad exterior que ha obtenido el proyecto separatista. Para empezar a explicar esto convendría señalar que la izquierda, como reafirma la última incidencia alemana, es la responsable principal de la complicidad. En Europa y en América, del Spiegel al Times, la izquierda, aun rechazando algunas de las aristas del separatismo, coincide en lo esencial: los catalanes tienen derecho a ejercer en exclusiva la soberanía que ahora comparten con todos los españoles. La actitud de la izquierda exterior no es tan diferente de la de la izquierda interior. Durante mucho tiempo el Psc ha apoyado el derecho a decidir que defienden algunos de sus correligionarios alemanes. Y hay bastantes socialistas españoles, más o menos silenciosos, que siguen apoyándolo. Por no hablar del partido Podemos. Naturalmente su defensa del derecho a decidir es puramente verbal. Otro gallo ronco cantaría si tuvieran que decidir decidir. Pero eso es lo que le pasaría, y agravado, a la izquierda exterior, si tuviera que decidir sobre Baviera o Texas.
Las simpatías por el xenófobo Puigdemont son más tolerables que las que tuvo la izquierda con ETA, tan sostenidas y tan sangrantes. Pero las dos tienen la misma causa: Franco. La izquierda no puede dejar de ver en los nacionalistas catalanes y vascos a unas víctimas convencionales de Franco. Y su correlato aún más estrábico: no puede dejar de ver en la reacción del Estado democrático la de un Estado autoritario. El éxito separatista de las imágenes del 1 de octubre no cabe atribuirlo a su destreza propagandística –grande, en cualquier caso–, sino al inconsciente guerracivilista que se dispara en la neurona –en la única neurona, a veces– socialdemócrata.
Ahora que David Simon –el de The Wire– va a hacer una serie sobre la Guerra Civil y ante la inquietante hipótesis de que cambie todos sus fuck you–que suponen el 80% de las palabras de sus guiones– por el No pasarán urge que Dastis comparezca, haga alguna cosa por su patria y viaje a explicarle al jodido izquierdista de Baltimore quién fue Cambó.