Miquel Giménez-Vozpópuli
  • No quiero ni pensar lo que vamos a ver y escuchar hasta las municipales y autonómicas

Estamos acostumbrados a que los políticos mientan más que hablen. Unos más, otros menos, y algunos por vicio. Pero, digámoslo también, los españoles estamos dispuestos a creer lo que nos dicen porque este es país de profecías y visionarios. Nos va más lo religioso que lo racional y eso, que en materia espiritual es positivo, se troca en pernicioso cuando de elegir a quienes nos administran se trata.

Nadie se puede extrañar, pues, de que en esta campaña electoral perpetua que vivimos en España se recrudezca la mendacidad en las próximas semanas. Y como de los resultados de estos comicios se desprenderán muchas cosas, más a mi favor. De momento, el PSOE se ha distanciado de Podemos como si los acabase de conocer. Otro sí ha hecho el PP con VOX, porque el feijoísmo, y perdonen el palabro, tiene como principal rasgo echar toneladas de vituperios encima del único socio que tiene y con quien por lógica debería pactar una mayoría alternativa al social comunismo.

Decimos por lógica porque servidor cree que Feijoó preferiría, caso de no obtener mayoría absoluta, practicar la geometría variable y pactar ahora con el PSOE, ahora con el PNV, ahora con VOX, intentando quedar por encima del bien y del mal. Ese es el fallo del PP, querer ser la estatua más prominente en el parque de la política evitando que las palomas suelten delicadamente su preciado guano encima. Almas de cántaro,  la política es así, hay que arremangarse y aceptar que te va a caer el guano quieras o no. Y traerse sabido de casa que la pala de pescado se emplea poco. Se va a mordisco abierto y limpiándose los labios con la manga de la chaqueta.

  • Feijoó preferiría, caso de no obtener mayoría absoluta, practicar la geometría variable y pactar ahora con el PSOE, ahora con el PNV, ahora con VOX, intentando quedar por encima del bien y del mal

Claro que en la parte sanchista leninista no estarán tampoco por emplear las pinzas para el azúcar y vamos a escuchar lo de la extrema derecha hasta el hartazgo. Lástima que todo se haya vuelto tan de papel de cebolla, tan fino, tan inaprensible, tan de usar y tirar, porque un debate serio acerca de como ha dejado este gobierno la economía española, a sus instituciones, a la sociedad y a la democracia daría de sí para mucho. Sánchez, que es todo menos tonto, se guardará mucho de caer en esos pozos y lo virtualizará todo, porque él mismo es un holograma irreal, una proyección de los más bajos instintos de la izquierda rencorosa, anclada en 1936 y en sus patologías, dispuesta a justificar la barbaridad que sea si con ello eleva más a su líder.

Habida cuenta de que Su Sanchidad et altri van a tirar a matar servidor opina que la estrategia funambulista, exquisita y delicada de Feijoó es inútil. Bien sé que las encuestas serias dan al partido popular un crecimiento espectacular, que reflejan la caída a los infiernos de socialistas y comunistas – separatistas vascos y catalanes capean el temporal, y es que no hay nada como la fe del carbonero – y también sé que los estrategas de Génova relacionan esos buenos datos con la equidistancia de Feijoó, pero se equivocan. La gente va a votar al PP porque está harta de tanta penuria, tanta crujía y tanto lenguaje inclusivo. Bien está, porque todos coincidiremos en que lo prioritario es echar a esa caterva de aprovechados. Pero luego habrá que gobernar, afrontar la reducción de impuestos, de los presupuestos generales del estado, de las autonomías, del gasto innecesario y superfluo, de derogar una porción de leyes dañinas, de restablecer nuestra política internacional clásica, de plantar cara a Marruecos, y no sigo para no hacer de esto un memorial.

La gente va a votar PP porque está harta de tanta penuria, tanta crujía y tanto lenguaje inclusivo

Y eso no será virtual. Ni una partida de bridge. Ni el té de las cinco. Será la cruda realidad a la que deberá enfrentarse el principal partido de la oposición si gana las elecciones. Así que sería buena cosa que no se entregase también a la virtualidad y empezase a suministrar dosis de realidad en sus mensajes electorales.