Marta García Aller-El Confidencial
- Cuando hace 35 años José María Aznar se convirtió en presidente de Castilla y León, no existían el AVE, ni el euro, ni la web, ni siquiera el teletexto
«¿Qué es lo que hay que esperar para que este Gobierno haga algo?», se preguntaba el presidente Fernández Mañueco en el mitin que daba inicio a la campaña electoral en Valladolid para las elecciones del 13 de febrero. No se refería, sin embargo, a ver si por fin hacía algo su Gobierno, el de Castilla y León, donde el Partido Popular lleva en el poder desde 1987.
Normal que el presidente de Castilla y León prefiera que se hablen de las cosas que no funcionan en España, que son muchas, en vez de las que fallan en su región, que le quedan más cerca. Por eso pidió abiertamente a los votantes castellanoleoneses que el 13-F le “pasen factura a Sánchez”. A él no, claro. Al fin y al cabo, su partido solo lleva 35 años gestionando los problemas de esta comunidad autónoma.
El PP ya estaba mandando en Castilla y León desde antes de que cayera el Muro de Berlín. Cuando hace 35 años José María Aznar se convirtió en presidente de Castilla y León no existían el AVE, ni el euro, ni la web, ni siquiera el teletexto. San Petersburgo todavía se llamaba Leningrado e Induráin no había ganado todavía ningún Tour. Nadal acababa de nacer.
Mañueco prometió cosas, como que si gana bajará los impuestos que su partido anda que no ha tenido tiempo de bajar en cuatro décadas
Los problemas que en este tiempo se han enquistado en Castilla y León y que más preocupan a sus habitantes, según una encuesta reciente de SigmaDos, son la despoblación y el paro. El primero es el que más se ha agravado en los últimos años. Los jóvenes universitarios son los que más emigran de la comunidad, una vez titulados, ante la falta de oportunidades en su tierra. Hay 300.000 jóvenes menos viviendo en Castilla y León que hace 20 años. Según el INE, será la región que más población pierda hasta 2035 y ya es la que más jóvenes tiene viviendo en otras partes de España. Tal vez por eso se esté hablando tan poco de los jóvenes en esta campaña electoral, porque no votan en ella.
La despoblación tiene mucho que ver con la falta de oportunidades laborales y la destrucción del tejido empresarial. La media del paro en provincias como Soria, Zamora y Palencia, todas por debajo del 9%, parece mejor que la tasa de desempleo española (16,2%), pero el dato tiene trampa. Al haber cada vez menos jóvenes y más jubilados, van quedando menos habitantes en edad de trabajar. Ni rastro del envejecimiento de la población ni la frustración de los jóvenes que emigran a Madrid no por gusto, sino por falta de alternativas, en el mitin del PP.
Mañueco sí que prometió cosas en Valladolid, como que si gana bajará los impuestos que su partido anda que no ha tenido tiempo de bajar en cuatro décadas. Luego subió al escenario la estrella invitada, José María Aznar. Dejó claro el expresidente que fue ahí, en Valladolid, y fue con él, cuando “empezó todo”. Todo lo bueno que le ha pasado al partido, se entiende. De lo malo no se responsabilizan ni él ni nadie, ni en un mitin ni en la Audiencia Nacional.
Va a tener un problema Mañueco si la campaña, en vez de versar sobre los problemas de la España de Sánchez, se centra en los de Casado
Pareciera al escuchar un rato el sermón de Aznar que el principal problema de los castellanoleoneses es Bildu. Al fin y al cabo, no hay duda de que recordar los indultos a los líderes del ‘procés’ tramitados por el Gobierno de Sánchez y sus pactos con los partidos independentistas va a ayudar mucho más a Mañueco a ganar las elecciones que hablarles de que Soria, Ávila, Palencia y el Bierzo siguen sin un servicio de atención oncológica que ofrezca radioterapia. Lo primero no depende de Mañueco, pero indigna a muchos votantes. Lo segundo también indignará a muchos votantes, pero sí que depende de Mañueco. Mejor ni mentarlo. Las posibilidades de que un castellanoleonés tenga que cambiar de provincia si necesita tratamiento para el cáncer apenas han mejorado en 15 años desde que el Gobierno popular de Juan Vicente Herrera se comprometiera a solucionarlo.
El momento estrella de los mítines del fin de semana, sin embargo, no tuvo que ver con los problemas de los votantes convocados a las urnas el 13 de febrero, sino con los problemas de los dirigentes que les convocan. Ahora que la tregua de Génova con Ayuso parecía calmar las divisiones internas, Aznar le ha pisado un callo a Casado al afirmar, se entiende que para atacar a Vox, que si “muchas personas se agarran a supuestas soluciones baratas, fáciles, mágicas, a populismos mentirosos y falsos, es porque no tienen un referente fuerte en el cual confiar”. Al día siguiente, en otro acto en Ávila en el que se suponía que Casado iba a arropar a Mañueco, el PP tuvo que salir a arroparle a él para aclarar que nadie lo cuestiona.
Va a tener un problema Mañueco si la campaña electoral de Castilla y León, en vez de versar sobre los problemas de la España de Sánchez, como pretende, se centra en los problemas del PP de Pablo Casado. No era esa la estrategia, desde luego, cuando adelantó elecciones. Entre tanto, sobre los problemas de Castilla y León, los votantes pueden seguir preguntándose, parafraseando a su presidente, qué hay que esperar para que hagan algo.