EL GOBIERNO del Partido Popular está consiguiendo algo francamente difícil: que los altos cargos que pone como cortafuegos a la actividad filibustera de dos instituciones mefíticas y antidemocráticas, la ANPEJ (Audiencia Nacional para el Estrellato Judicial) y la FDA (Fiscalía Dizque Anticorrupción) sean despedidos apenas colocados y que el PP, primer perjudicado en la guerra de sucesión de JR (el Justiciable Rajoy), aparezca ante la opinión pública como culpable de todas las fechorías que no ha podido cometer.
Es la gran diferencia con el PSOE de ayer y el Frente Popular Psodemita de hoy: la Izquierda usa y abusa de la politización judicial; la Derecha no llega casi nunca a abusar de sus peones togados y es la gran perjudicada por la corrupción judicial.
Hay algo de Justicia Poética en el tiro por la culata, que es la forma de disparar del Gobierno: Rajoy y Gallardón prometieron solemnemente en las Cortes acabar con la politización de la Justicia, que tiene su más ruin escaparate en la rebatiña de vocales del CGPJ. Y a los ocho meses de la promesa de Gallardón: «Vamos a acabar con el obsceno espectáculo de ver a políticos que nombrar a los jueces que pueden juzgar a esos políticos»; pactaron con el PSOE, Izquierda Unida y los separatistas que los partidos no se repartieran casi todos los vocales sino todos. ¿A qué juez independiente va a recurrir el Partido Popular, si no ha dejado ni uno?
Pero la entrevista-testamento de Moix en EL MUNDO arroja una luz crudelísima sobre cómo actúa la máquina trituradora del Partido Popular. La UCO se ha excedido en sus funciones, dice. Y los fiscales del caso Lezo, decimos, actuaron como sádicos jueces de instrucción, adictos a la Pena de Telediario y Sextabús. Moix no quiso investigar a Gallardón, fautor de la trama del Canal, pero le roen los zancajos Montoro y Sorayasociados.
Y mientras la vice y vicebrián van a por JR, cuenta Gistau en ABC que la vicevice María Pico –se le atribuye el cierre de los informativos de PopularTV– abroncó a un tertuliano en las Cortes por «no recordar quién le había puesto ahí»; y cuenta Cayetana en EL MUNDO que Pico fue quien avisó a los medios del acogotamiento de Rato –ilegal, según el juez– y que la mujer de Rato supo por un periodista compasivo que iban a por su marido.
Dice Catalá que Moix no era un nombramiento de confianza. Lo que no es de confianza es el PP.