En los años noventa, ETA y su brazo político empezaron a usar ‘Euskal Herria’ en lugar de ‘Euskadi’, extendiéndolo por todo el nacionalismo. Una particularidad de carácter lleva al nacionalismo a desertar del consenso apenas alcanzado éste. Con la nueva Selección Nacional de Euskal Herria, el PNV habrá perdido otra batalla simbólica planteada por un azar llamado Mikel Antza.
El tradicional partido que cada año viene jugando la selección vasca de fútbol desde 1979 trae alguna novedad. La selección de Euskadi, que ha pasado a llamarse Selección de Euskal Herria, se enfrentará el 29 de diciembre a su homóloga de Catalunya. El fundamento teórico del cambio de nombre estaba en un manifiesto reivindicativo firmado el año pasado por un grupo de jugadores: «tenemos derecho a participar en competiciones oficiales, ya que somos una nación. Y, por supuesto, al hablar de nación, hablamos de Euskal Herria». La propuesta fue respaldada por Batasuna y ya es real.
El cambio ha supuesto una desagradable sorpresa para el partido-guía, pero es sólo una consecuencia lógica de la falta del más elemental de los consensos: el del nombre de la cosa. Las primeras elecciones legislativas de la historia de Euskadi tuvieron lugar el 9 de marzo de 1980. Unos días más tarde, en su sesión primera, el Parlamento vasco afrontó su primer debate: la ortografía. Jesús Eguiguren recordaba el lance con acento pesimista: «Que el primer amago de debate político, al constituirse el primer parlamento de nuestra autonomía, el 31 de marzo de 1980, se produjera para dilucidar si había que escribir Euskadi con ‘s’ o con ‘z’ es algo más que una simple anécdota».
Durante aquella sesión, Mario Onaindia envió una nota al grupo mayoritario, el PNV, que decía: «Si habéis renunciado a todo lo demás, ¿por qué os aferráis a la ‘z’? Firmado: Sabino Arana».
La ‘z’ era una especificidad sabiniana. Euskaltzaindia había dictaminado que el nombre de la cosa era Euskadi y así pasó a llamarse para el resto de los partidos nacionalistas y para los que no lo eran. ETA, acrónimo de Euskadi y Libertad, lo escribía con ‘s’ desde su fundación, 21 años antes. Aunque aceptó la ‘s’ por mor del consenso, el partido nacionalista siguió cultivando la ‘z’ en sus escritos, en la prensa del partido y en otras manifestaciones de sus afiliados.
A comienzos de los años noventa, la organización terrorista y su brazo político empezaron a usar ‘Euskal Herria’, en lugar de ‘Euskadi’ y a partir de entonces, poco a poco al principio, la nueva terminología fue extendiéndose por ámbitos del nacionalismo más templado, a la radio y la televisión pública vasca y al habla de los nacionalistas, para imponerse con rotundidad desde las conversaciones que el PNV y EA mantuvieron con ETA en el verano de 1998, en el pórtico del Pacto de Lizarra y la tregua de entonces.
El propio texto del acuerdo ofrece la particularidad de que sus primeras palabras son el nombre de las organizaciones firmantes: «Euskadi Ta Askatasuna, Eusko Alkartasuna y Euzko Alderdi Jeltzalea-Partido Nacionalista Vasco», las tres con el término Euskadi o su raíz ‘Eusko’, que en aquel mismo documento quedaba desterrado, porque en su breve texto sólo aparecía el término ‘Euskal Herria’. Cuatro veces.
Tal como ha documentado Florencio Domínguez el cambio de denominación no es fruto de ninguna reflexión, sino del azar. En 1992, José Luis Álvarez Santacristina, ‘Txelis’, es detenido en Bidart con la cúpula de ETA. Él, que era el encargado de redactar los comunicados, escribía ‘Euskadi’. Le sucedió en aquellas tareas Mikel Antza, que empezó a escribir exclusivamente ‘Euskal Herria’. Eso fue todo.
Resurrección María de Azkue fue invitado a impartir una conferencia en el Euskeldun Batzokija, que acababa de abrirse en Bilbao al despuntar el siglo XX. Cada vez que pronunciaba la palabra ‘Euskal Herria’, un número creciente de los oyentes le corregía diciendo ‘Euzkadi’, término acuñado en aquellos días por Sabino Arana. Manuel Lekuona, sucesor de Azkue al frente de Euskaltzaindia, recordaba que aquellas interrupciones irritaron mucho a su antecesor. Hoy, la perplejidad de Azkue se daría la mano con la de Fraga Iribarne, que en los años 80 declaraba no ser partidario del término ‘Euskadi’, por tratarse de un neologismo aranista: «siempre me referiré a la gran Euskal Herria, que es la tierra de mi madre».
Debe de haber una particularidad de carácter que lleva al nacionalismo a desertar del territorio del consenso apenas alcanzado éste. El Aberri Eguna venía celebrándose desde 1932, hasta que en 1977 tuvo lugar la primera conmemoración unitaria en libertad. Aquel mismo año, el PNV instituyó otra fiesta para celebrar a solas: el Alderdi Eguna (Día del Partido). Al cabo de muy poco, el Aberri Eguna también dejó de ser unitario y hoy lo celebran sólo los partidos nacionalistas, generalmente cada uno por su cuenta. Otra fuga del consenso fue el himno: pudo alcanzarse la unanimidad en torno al Gernikako Arbola, pero el PNV prefirió imponer el propio, Eusko Abendaren Ereserkia.
El estreno de la nueva -‘ma non troppo’- Selección ¿Nacional? de Euskal Herria será el día 29 y el partido-guía habrá perdido otra batalla simbólica planteada por un azar llamado Mikel Antza.
Santiago González, EL CORREO, 17/12/2007