ABC 23/11/16
ANTONIO BURGOS
· Quitemos «Congreso de los Diputados» y pongamos «Vanity Fair». Verán cómo el gachó no sólo va de chaqueta, sino ¡de esmoquin!
PERDONEN que insista en sartoriales cuestiones de hábitos que hacen al monje. Es deformación profesional familiar. A mucha honra soy hijo del Real Cuerpo de Maestros Sastres de Sevilla, que fundó Fernando III el Santo, quien por cierto tal día como hoy de 1248 ganó la ciudad a la Alianza de Civilizaciones. Traduzco en términos políticamente incorrectísimos: la conquistó a la morisma y nos incorporó a la civilización europea y a la fe cristiana, librándonos de la babucha. Hablando de babuchas: el domingo les pegaba servidor un babuchazo importante a los diputados y senadores de Podemos e islas y mareas adyacentes, que asistieron a la solemne sesión de apertura de la XII Legislatura de las Cortes vestidos como suelen: de mamarracho y oro. Y uno de ellos, un tal Cañamazo o Coñomero o algo así, enfundado, además, en su habitual camiseta de hombre-anuncio, que lo mismo defiende a los presos condenados por maltrato que olvida que la Institución Monárquica fue aprobada por todos los españoles en el referéndum de la Constitución de 1978. Ah, y recordaba que no aplauden a S. M. El Rey ni aunque se lo mande el médico. Una falta de educación como otra cualquiera. Yo en los toros parece que soy de Podemos: no aplaudo ni al mismísimo Juan Belmonte que bajara del cielo. Pero cuando un torero en triunfo pasa por delante de mi localidad dando la vuelta al ruedo, por mera cortesía y respeto le toco las palmas. No digo yo que estos tiparracos se partan las manos aplaudiendo al Rey, pero al menos unas palmas suavitas sí deberían tocarle. Por ejemplo, como las de S. M. la Reina Doña Sofía, que no sé si lo han observado, pero toca las palmas en alemán.
Dicho lo cual (¿han visto cómo domino ya el Tertulianés?), he visto por segunda vez al Tío de la Coleta, al que habitualmente va desafiantemente en mangas de camisa tanto a La Zarzuela como al Congreso, vestido de esmoquin. Si en mangas de camisa en La Zarzuela parece el fontanero que ha ido a arreglar una cisterna de Palacio, de esmoquin tiene una pinta de metre de comedor de hotel de tres estrellas especializado en viajes del Imserso que no se tiene. No, jefe de sala de Zalacaín sería demasiado para cómo lo vimos de esmoquin (quizá alquilado) en esos premios Goya de la progresía rampante de subvenciones, que por lo visto le merece más respeto que Su Majestad en Palacio o que la sede de la representación de la Soberanía Nacional. Si a los Goya fue el gachó de esmoquin, ahora ha aparecido en una revista pija, bastante pija, de moda, con un esmoquin como en segunda prueba, con los hilvanes puestos en la solapa de raso, con un maestro sastre tomándole medida del brazo con su cinta métrica amarilla. ¡Ah, y con un botellín de Mahou en la mano! Eso es imprescindible en un esmoquin bien llevado. Lo ponen las cédulas de convite de las más elegantes cenas: «Etiqueta: señoras, traje largo; señores, esmoquin con botellín de Mahou o de Cruzcampo».
Hay que tenerla apretada para subrayar más el desprecio a la Corona y a la Soberanía Popular acudiendo a sus sedes representativas de trapillo y, en cambio, no haciendo ascos al burgués, rancio, facha y caduco esmoquin si hay por medio premios Goya o revista pija. Lo cual me da la solución. ¿Se acuerdan de que el otro día pedía un portero de discoteca para que no dejara entrar a la Castuza vestida de mamarracho y oro en La Zarzuela o en las Cortes? Tengo una solución mejor, por lo que respecta al Tío de la Coleta que se quiere cargar a España al precio que sea. Basta con que en La Zarzuela, en vez de «Palacio Real», pongan un letrero que diga: «Premios Goya». Y en la Carrera de San Jerónimo quitemos lo de «Congreso de los Diputados» y pongamos «Vanity Fair». Verán cómo el gachó no sólo va de chaqueta y corbata, sino ¡de esmoquin, camisa de pechera dura y corbata negra de lazo, vulgo pajarita!