Casi medio siglo ha pasado desde la foto del clan de la tortilla, que se hizo un grupo de jóvenes socialistas en un pinar sevillano en el mismo año en que desalojaron a la vieja guardia del exilio, Llopis y compañía, en la localidad francesa de Suresnes. En la foto aparcen Felipe González y su mujer de entonces, Carmen Romero, Alfonso Guerra y Chaves, Francisco Aído, cuya hija Bibiana acabaría ganando justa fama al ser nombrada ministra por un capricho de Zapatero. También salían Perales, Yáñez y Carmeli Hermosín. Estaba, pero no salió porque se encargó de hacer la foto, Manuel del Valle, el primer alcalde democrático de Sevilla.

Pese al nombre, no se merendó tortilla. Lo único comestible que se ve en la foto son las naranjas que Felipe y Carmen Romero pelaban frente a la cámara. Nunca conviene dejarse influir por detalles simbólicos. Con las ideas les pasó lo mismo. Bastantes años después, el PP se dejaba influir por su eterno rival en la foto de las pizzas. Fue en 2018, cuando a Enrique Cocero, responsable de la campaña digital del partido se le ocurrió la idea: una imagen desenfadada del núcleo más resistente del sorayismo y allí posaron sentados en torno a una mesa en la que se veían media docena de telepizzas, lamento no poder decir de qué. La idea de Cocero, al menos la idea consciente, no era replicar al clan de la tortilla con el clan de las telepizzas, justa de imágenes en la que llevarían las de perder. El hecho de que las tortillas no existieran no es un asunto de interés ni perjudica la causa de la izquierda, pero el asunto era otro: estaba a punto de celebrarse el congreso para suceder a Rajoy al frente del PP entre Soraya y Pablo Casado. Este había posado en el restaurante Jai-Alai con siete ex ministros de Rajoy, a saber: Margallo, que fue el organizador y convocante, Cospedal, Zoido, Soria, Dolors Montserrat, Català y García Tejerina. Fernández Díaz había comprometido su asistencia, pero se cayó del cartel. Los ocho suscribieron un comunicado de apoyo a Casado que a estas alturas debe infundirles un poco de alipori. Cocero pensó que a la formalidad del almuerzo en Jai-Alai era conveniente optar por un estilo más ‘casual’, fuera manteles y vamos a encargar unas telepizzas, para comer algo sin dejar de trabajar.

Han venido a coincidir en el tiempo el adiós a la política de García Egea, que entregó su acta el miércoles y el remate de la operación de Feijóo, que ha conseguido integrar en su equipo a lo que se consideraba el núcleo duro del sorayismo. Ha sido un año de esfuerzos y tira y aflojas, en el que el nuevo presidente ha ido repescando a antiguos dirigentes que se habían ido del corazón a sus asuntos: Fátima Báñez, que había dejado a su paso por el Gobierno una reforma laboral muy aceptable. También ha sido repescado Borja Sémper y en general, todos los integrantes de la foto de las telepizzas, salvo Soraya, por razones obvias. Ninguno de los participantes en aquella foto tuvo el más mínimo papel en el PP que dirigieron Casado  y García Egea. Llama la atención que casadistas tan acérrimos como Maroto y Cuca hayan sido integrados sin coste en el equipo de Feijóo. Sólo le falta un detalle: reponer en el lugar que merece al mejor activo del PP, que había sido cesada por Casado: Cayetana Álvarez de Toledo.