Entremos en jubiloso tropel a la legislatura del más difícil todavía: triple salto mortal y sin red de un Gobierno sustentado por dos votos del partido que decidirá en cada salto si le tiende la mano o se la retira en el último momento; y en la otra pista, Batasuna con una ETA decidiendo a qué grupo humano perdonará la vida cada semana. Mucho mejor que el Gran Hermano.
Mientras esperábamos a que la gobernación de Galicia la decidieran los venezolanos, la de Euskadi era bendecida en Gernika por los antepasados. A ellos se dirigió el sábado un reeditado lehendakari. Lo hizo en euskera, porque nuestros viejos manes no conocieron el latín y, por tanto, no hubieran entendido un juramento en lengua románica. Otros muertos más recientes, a manos de ETA, eran castellanoparlantes y, por eso, se quedaron sin un lehendakari que les ofrezca compromisos votivos. Menos mal que contamos con los difuntos del neolítico, y con sacerdotes y sacerdotisas capaces de interpretar puntualmente lo que aquéllos exijan de nosotros.
Al acto solemne de Gernika no asistieron las dos votantes que, días antes, en el Parlamento vasco habían decidido nuestro destino, sin otro motivo conocido que su amor a las tierras vascas. También se excusaron los patrocinadores de las ausentes porque, a igual hora, comparecían a su manera (o sea, con estruendo) en los preparativos del Madrid-2012. Y es que los vascos no habremos inventado el circo, pero sabemos montar espectáculos en varias pistas.
Entremos, pues, en alegre y jubiloso tropel a esta nueva legislatura que anuncia el más difícil todavía: triple salto mortal y sin red de un Gobierno sustentado por dos votos del partido cuyo nombre suena a mofa. El cual, con la fuerza que le dan los votantes de Batasuna, decidirá en cada salto al vacío si le tiende la mano o se la retira en el último momento. Y en la otra pista, Batasuna, inseparablemente unida a la apuesta por la paz de una ETA afanosa por publicitar el nombre del grupo humano donde ha seleccionado a quién va a asesinar y a quién perdonará la vida esa semana. Mucho mejor que el Gran Hermano.
El guión de este espectáculo se encuentra impreso en el lema del escudo de ETA desde finales del franquismo: Bietan Jarrai, que significa actuar de ambas maneras. A menudo se ha dado a esta expresión un significado restringido al hacha y la serpiente que la acompaña. Pero el euskera admite otras traducciones y aquí ofrezco algunas: con una sonrisa y una pistola. Con papeletas de votación y con bombas. Negociar y seguir atentando. A Dios rogando y con el mazo dando. La letra con sangre entra. Nadar y guardar la ropa. El que se va sin que lo echen, vuelve sin que lo llamen. El que ríe el último ríe dos veces.
A la vez, en el andén del metro compruebo la preocupación por lo que ahora realmente nos importa: ¿de nuevo, este agosto, habrá huelga de controladores aéreos? Porque en el rito de las vacaciones de europeos ricos, también la sociedad civil vasca muestra su otra manera de entender la vida. Se acabó la campaña electoral. ¿Nos vamos a La Rioja?
Ainhoa Peñaflorida, EL PAÍS/PAÍS VASCO, 29/6/2005