ABC 19/10/14
· La delegación de la Generalitat de Cataluña en Londres ocupa uno de los edificios más antiguos en la zona más céntrica
· Actividad La «embajada» ocupa dos plantas e incluye las oficinas de una agencia de promoción
Desde la superficie del Támesis, de cara al viento, se sentía uno casi quemado por las chispas», anota en su diario secreto el político Samuel Pepys al final del verano de 1666. Está contemplando desde el río el Gran Incendio de Londres, que en cuatro días de furia, entre el 2 y el 5 de septiembre, destruyó cuatro quintas partes de la City. Solo murieron siete personas, pero se perdieron el 80% de los hogares. Esa es la causa que en el centro de Londres se cuenten con los dedos de una mano los edificios anteriores a 1666. Pero hay uno que se salvó. Está en el número 17 de Fleet Street, antaño la calle de la prensa, de la que hoy solo quedan los vestigios de los rótulos de algunos viejos diarios en fachadas que patrimonio obliga a mantener. Pero la calle Fleet, entre la catedral de San Pablo y la gran corte de Justicia, mantiene nervio y fuste. La fachada del número 17 es una anomalía. Estética casi medieval, vigas de madera negras en la fachada, ventanas de pequeñas vidrieras. Un lugar especial. Sobre su techo flambea una única bandera, muy poco reconocible para los ingleses: la senyera.
Chismorreos
En 1610, la casa pasó a convertirse en la taberna Prince´s Arms, en honor a la estancia del primer piso, que todavía hoy conserva uno de los pocos techos de la época jacobita. El nombre vino del chismorreo, que aseguraba que el príncipe, hijo de Jaime I, contaba allí un espacio de asueto y biológica expansión. Los historiadores lo han desmentido, pero ha quedado.
En el siglo XVII la taberna pasa a llamarse The Fountain. Es una de las recurrentes de Samuel Pepys, alto funcionario del Almirantazgo, parlamentario, presidente más tarde de la Royal Society. Un ciudadano siempre amante de las dichas de la mundanidad: la música, el vino y las mujeres. «Soy un espíritu abierto a todos los trabajos y a todos los placeres», anota en el diario secreto que llevó desde los 26 a los 36 años, antes de ir perdiendo la vista, y que escribe con taquigrafía por seguridad.
El cuaderno fue hallado en 1825 y una vez descodificado y editado resultó un documento valiosísimo: uno de los hombres más lúcidos de su época contando los avatares políticos y mundanos de primera mano, un testimonio único de la vida en el siglo XVII. Está editado también en castellano (Espasa, Renacimiento) y es lectura iluminadora, amenizada con la sal de los avatares rijosos del buen Pepys. Pero no todo es alegría de vivir: pasa por la cárcel, al verse enredado en una intriga palaciega, y contempla los horrores de su época, como cuando la epidemia de peste mata en seis meses a cien mil personas en Londres.
En el XVIII la tasca recibe alguna que otra visita de otro Samuel, el formidable crítico y lexicógrafo Dr. Johnson, que dejó dicho: «El hombre no ha inventado todavía nada que produzca tanta felicidad como una taberna». En el XIX, el café comparte espacio con el museo de cera Mrs. Salmond Waxworks, muy frecuentado por el niño Dickens. En 1908 el Ayuntamiento se hace con el edificio. El final de la historia ya no es tan ilustrado, emocionante y literario. En el 2008, Carod Rovira, hombre fuerte del tripartito catalán, viaja a Londres acompañado por 17 cargos para inaugurar la Delegación del Gobierno de Cataluña para el Reino Unido e Irlanda, ubicada en el número 17 de Fleet Street, en uno de los edificios con más solera de Londres. En la excursión se gastan 15.200 euros. Remozar las oficinas cuesta 58.000. Según datos facilitados en el Parlamento catalán en 2008 a preguntas de PP y Ciudadanos, pues los actuales se niegan a desvelarlos, al alquiler anual supone 90.000 euros, el mantenimiento 22.800, y el sueldo del delegado, 87.596. La «embajada» ocupa dos plantas e incluye las oficinas de Acció, que es una agencia de promoción de las empresas catalanas; el ICEC, una agencia cultural; el Instituto Ramón Llull, y una oficina de turismo. El número de empleados no lo facilitan, pero en su página web se rastrean al menos ocho.
Las actividades de la Delegación son representar a Cataluña, buscar oportunidades para sus empresas, y promocionar su cultura. El próximo miércoles, por ejemplo, Mas-Colell, el consejero de Economía de Cataluña («Minister of Economy of the Catalan Government», según las comunicaciones de la oficina) ofrecerá una conferencia en los Comunes, donde lo presentarán un diputado conservador, uno liberal y un parlamentario independentista escocés. La economía catalana fue noticia está semana en España, al divulgar ABC que la Generalitat ha recibido en lo que va legislatura un auxilio de 40.000 millones de euros del Estado para poder hacer frente a sus proveedores, pagar deudas y cumplir sus objetivos de déficit. Ese rescate de facto es el fruto de la mala gestión contable de las propias autoridades autonómicas, en especial durante la etapa del tripartito.
Enlace a una página web
A preguntas de ABC sobre las actividades concretas que desarrolla la Delegación en Londres, el delegado, Josep Suàrez, tras manifestar que «evidentemente estamos por la transparencia», facilita como toda respuesta un enlace a la página web de la «embajada», alojada en la Secretaría de Asuntos Exteriores de la Generalitat. En los últimos cuatro meses, las tareas que ahí se consignan son las siguientes: el 2 de julio la Delegación asiste a una conferencia sobre el referéndum de Escocia; el 7 de julio auspicia un acto de homenaje a las Brigadas Internacionales y las Víctimas del Franquismo; el 22 de julio colabora con una exposición del fotógrafo Joan Fontcuberta en una galería. En agosto no hay nada. En septiembre, acto de celebración de la Diada en la sede en Londres de la Comisión Europea; luego el delegado asiste como «observador internacional» al referéndum escocés del día 18; y el día 23 se celebra la segunda edición de una jornada de integración en Londres de los catalanes recién llegados. En lo que va de octubre, la única actividad reflejada es que el delegado ha asistido a la convención del Partido Liberal-Demócrata. Otras comunidades han ido recortando su aparato exterior e integrándolo en el del Estado central.