Era ya una cuestión asumida que Pedro Sánchez  estaba dispuesto a aliarse con lo peor de España para garantizarse su estancia en La Moncloa. Pecábamos de optimistas, él está dispuesto a asociarse con lo peor del mundo. Albares propuso el lunes a la UE levantar las sanciones a Venezuela. Una ministra de Sánchez, Sira Rego, y otra que lo fue, Irene Montero, encabezaron la manifestación convocada por Red Solidaria contra la Ocupación de Palestina, que tenía como lema señero: ‘Desde el río hasta el mar’, consigna acuñada en los sesenta por la OLP y hecha suya por Hamás veinte años más tarde. El río Jordán y el Mediterráneo son los límites que comprenden Israel, Cisjordania y la Franja de Gaza. En la práctica es un grito de guerra que proclama la destrucción de Israel y el genocidio del pueblo judío”. Coherentemente, Pedro Sánchez se ha embarcado en la nueva guerra fría, pero en el bando equivocado: él está con Irán, Rusia y el Grupo de Puebla.

Parece claro que Puigdemont ha incurrido en lo que el Código Penal califica como ‘Delitos de terrorismo’: “cualquier delito grave contra la vida o la integridad física, la libertad, la integridad moral, la libertad e indemnidad sexuales, el patrimonio” y otros etcéteras… (artículo 573) y los que define en el Título XXIII como ‘delitos de traición y contra la paz o la independencia del Estado y relativos a la Defensa Nacional’. Reparen el alma dormida y los colegas distraídos en la perfecta aplicabilidad del delito de traición que se contempla en el artículo 592: “mantener inteligencia o relación de cualquier género con Gobiernos extranjeros, con sus agentes o con grupos, Organismos o Asociaciones internacionales o extranjeras”.

El juez García-Castellón decretaba una prórroga de seis meses que ha contado con la aprobación del CGPJ y sostiene que Tsunami Democràtic fue una organización estructurada, jerarquizada y con vocación de permanencia, dirigida por varias personas con roles diversos cuya finalidad esencial era subvertir el orden constitucional, desestabilizar económica y políticamente el Estado y alterar gravemente el orden público mediante la movilización social masiva.

Pedro Sánchez practicó uno de sus lances preferidos: tomar el olivo. Estuvo ausente durante el debate y solo apareció para votar. Ya se ausentó durante la sesión de investidura de Feijóo como candidato del PP y soltó en su lugar a Oscar Puente. Llegó a faltar a la reforma de su propio partido a la ley Sisí de Irene: se fue a Doñana.

Pero no hay indignidad que Pedro Sánchez no esté dispuesto a cometer, ni Puigdemont a perdonarle. Es más, llegados a este punto solo se puede confiar en el golpista del maletero. Sánchez traga, “humillación tras humillación, cada votación será un calvario”, había dicho justamente Feijóo. Ayer había anunciado Miriam Nogueras que alertó de «los agujeros por donde la justicia prevaricadora española puede dejar la amnistía en papel mojado». El ministro de Justicia no dijo ni mú. Sí protestó la portavoz de VOX, Pepa Millán, con un pertinente emplazamiento a Francina Armengol, que respondió que ya había pasado más veces y que ella no había sido.

Nogueras había prometido su voto negativo y cumplió. La Ley tuvo 171 votos a favor y 179 en contra y deberá ser devuelta a la Comisión de Justicia para que emita un dictamen nuevo en un plazo de 15 días. Reynders va a recibir a Bolaños y a González-Pons para acordar la renovación del CGPJ. Probablemente se aprobará la reforma del procedimiento, pero irá primero la renovación y lo otro será aplazado ad calendas graecas. Laus Deo.