Antonio Casado-El Confidencial
La comisión achica la capacidad de maniobra del Gobierno, frena la influencia de sus costaleros y reactiva el papel del PP como alternativa de poder
Casado nunca hubiera puesto su firma junto a la de Podemos en un pacto nacional. Y Sánchez no estaba dispuesto a romper con Iglesias a cambio de contar con el PP. La salida inmediata al bloqueo no podía ser otra que el marco parlamentario. La mediata, volver a las urnas cuando termine la crisis.
Nada nuevo en las intenciones de uno y otro. El presidente del Gobierno caminaba y camina recostado sobre la esperanza de que los españoles castiguen al PP si no arrima el hombro. Y el líder del primer partido de la oposición caminaba y camina encogido por el temor de que le castiguen si se pone a rueda del Gobierno y cambia el papel de alternativa por el de comparsa.
Entre esos dos vectores habita la renuncia de Sánchez al planeado pacto extraparlamentario para la reconstrucción, calificado por Casado de “inviable”, y su asentimiento a la fórmula propuesta por el líder del PP.
Uno a cero a favor de Casado, aunque Moncloa lo celebra como incorporación a la causa de la unidad reclamada por Sánchez. Un espejismo. Nada que ver con la doctrina Rui Rio en Portugal, que da un voto de confianza al Gobierno socialista de Antonio Costa: “Criticar al Gobierno ahora no es patriótico”, ha dicho el líder de la oposición conservadora.
La salida inmediata al bloqueo no podía ser otra que el marco parlamentario. La mediata, volver a las urnas cuando termine la crisis
Casado le apaga el farol a Sánchez sin haber inventado nada con su propuesta ganadora. Se limita a exigir el funcionamiento de las instituciones. El Congreso, en este caso, donde está depositada la voluntad del pueblo soberano a través de los partidos políticos, según las respectivas cuotas de representación.
Dice la ministra portavoz, María Jesús Montero, que el formato no importa. Importa, y mucho, en mi opinión, porque achica la capacidad de maniobra del Gobierno y frena la influencia de sus costaleros, Podemos y nacionalistas, con sus soluciones expropiatorias y oportunistas empujones hacia la desconexión de España. Por otra parte, reactiva el papel del PP como pilar derecho de la centralidad.
Un pacto de Estado como el que proponía Moncloa mientras sus dos terminales parlamentarias (Lastra y Echenique) atacaban al PP con furiosas arremetidas, pretendía un eco coral para celebrar aciertos y socializar errores del Gobierno. No será así con la fórmula alumbrada en la cita Sánchez-Casado.
La comisión siempre será una caja de resonancia de la gestión de la crisis. De aciertos y fallos. Un espacio para buscar acuerdos entre diferentes preservando la intransferible responsabilidad del Gobierno legítimo. Sin perjuicio de formar mayorías contra el enemigo común, el Covid-19, tampoco se resiente la condición de alternativa de poder que corresponde al primer partido de la oposición. Insisto: alternativa, no complemento, no muleta, no correa de trasmisión.
Casado le apaga el farol a Sánchez sin haber inventado nada con su propuesta ganadora. Se limita a exigir el funcionamiento de las instituciones
Investigación, seguimiento y control al Gobierno. Está en la naturaleza de las funciones parlamentarias, incluida la de aprobar por mayoría los Presupuestos Generales del Estado anuales. Algo implícito el nonnato pacto nacional para la reconstrucción ¿Cómo consensuar medidas que requieren gasto sin llevarlas a los PGE? O sea, un seguro de vida para el Gobierno de Sánchez que no es obligatorio en el caso de la comisión, donde juega la relación de fuerzas salida de las últimas elecciones.
Salvo que PSOE, PP y Cs, sin paso previo por las urnas, creasen un escenario político libre de grupos de dudosa adhesión al vigente orden institucional. Muy improbable, pero se admiten apuestas.