Félix Madero-Vozpópuli
- ¿Cómo hemos pasado de 20 personas con Suárez en Moncloa a las 1.747 de Sánchez?
En aquel tiempo en el que el Periodismo era un oficio honrado y prestigioso me contaba Víctor Márquez Reviriego que, en lo relativo a la clase paniaguada que abreva en la Administración cuando esta se pone caprichosa, hay dos tipos destacados, los primeros son los pelotas, los segundos lo síseñores. No hacía falta llegar a aquello de López Vázquez en la película Atraco a las 3 cuando se rinde a una mujer que, además de ser muy atractiva, resultaba ser una estafadora de libro:
–Aquí un admirador, un amigo, un esclavo un siervo.
No creo yo que Sánchez, cuando se hace presente por los pasillos de la Moncloa, se encuentre gente en la línea del gran actor, pero sí a quienes están dentro de la clasificación de Márquez Reviriego. Los pelotas son conocidos por todos, gente deseosa de dar la razón al jefe y que ve en él la fuerza, la belleza y el brío de un dios olímpico. Ahí colocaría a María Jesús Montero -sobre todo cuando aplaude-, a Pilar Alegría, a Óscar Puente -recuerden aquello de «Pedro es el puto amo»–, y de forma muy destacada, a Yolanda Díaz en los sobrecogedores momentos en que besa y acaricia el rostro amojamado del líder.
Milagros con el BOE
Y dado que nadie en el Gobierno, y menos en el PSOE, se atreve contradecir al ‘número 1’, los encuadrados en la categoría de los síseñorsíseñor serían todos los que Sánchez tiene a su alrededor, sean éstos ministros y, sobre todo, diputados. Así, poco a poco, Sánchez se ha hecho con un capitalito que ya quisieran los jefes de recursos humanos para sus empresas. En realidad, el mérito no es mucho cuando uno tiene a su disposición el BOE, los reales decretos y su veleidoso dedo para elegir, con fundamento o sin él, a gentes que vienen del paro, del partido o de otros lugares para ocupar los fielatos que la administración va pagando sin hacer muchas preguntas.
Moncloa: 500 asesores, 500
Ni importa lo que se haya hecho, tampoco lo estudiado, porque sólo la voluntad del jefe es necesaria para elegir a ese número infinito de asesores, secretarias, escribidores de discursos, expertos en agitación y propaganda, sociólogos y graciosos que inventan soflamas que luego repiten de forma lanar los ministros…Y vaya usted a saber qué más hay en esa casa. Hay quien asegura que Moncloa tiene 2.700 trabajadores, pero este dato no lo he podido confirmar. Veo una información de Infoveritas, que data de 2023, en la que se asegura que el número de empleados en ese momento ascendía a 1.623 de los que 816 eran funcionarios, 359 personal laboral y 451 personas de diferentes y variopintas categorías. Leo otra información más reciente -enero de este año- que da Infobae, en la que afirma que los asesores y altos cargos alcanzan la cifra de 1.747. Ojo al dato: entre Sánchez y Bolaños el total de asesores asciende a 470.
Lo que va de Adolfo a Pedro
Tengo memoria de cuando la presidencia del Gobierno estaba en Castellana 3, justo en la plaza de Colón y al lado de las dos torres gemelas, antes de los enchufes. Durante un tiempo estuvo Adolfo Suárez, y antes de Suárez el almirante Carrero Blanco, que fue presidente del Gobierno de un caudillo que ni lo precisaba ni le molestaba. Suárez estuvo en Castellana 3 de julio de 1977 hasta mayo de 1979, fecha en la que él y su equipo se fueron definitivamente a La Moncloa. No faltó entonces quien le dijera al presidente que se pensara bien lo de ir a Moncloa, a fin de cuentas, solo era el primer ministro de un Gobierno y no el presidente de una república. Además, la Moncloa era un palacio, y en un palacio debía residir el rey, el jefe del Estado, pero no su primer ministro. Era una cuestión de formas que pretendía evitar que ambas figuras se confundieran, uno en la Zarzuela, el otro en Moncloa. Pero aquello no salió, y el deseado desnivel entre el rey y su primer ministro nunca llegó. No está de menos recordar que cuando Suárez llega al palacio de la Moncloa tiene a su disposición no más de veinte personas, entre ellos dos periodistas. El dato me lo da alguien que trabajó en aquel tiempo con él. «Nos conocíamos todos», me dice. ¿Cómo hemos pasado de 20 personas con Suárez a las 1.747 de Sánchez? Pues ya saben aquello que le dijo Belmonte a Chaves Nogales y que no es preciso repetir. pura degradación.
Moncloa: 231 secretarias
Hoy hay más gente trabajando en la sede del presidente que en la del monarca. No tengo los datos del personal que está a disposición del Felipe VI, reina, princesa e infanta, pero dudo que pueda igualar al que dispone Pedro Sánchez. ¿Pueden ser 231 las secretarias? Puede. ¿Y 63 los responsables de seguridad? Puede también. ¿Quizás 34 en protocolo? Esos mismo, oigan. ¿Y 597 los puestos de libre designación? Ni uno más ni uno menos. A uno, que es ciudadano cumplidor con los rigores de los tributos que el Estado, la Comunidad Autónoma y su ayuntamiento le reclama, le llena de estupor semejante derroche. ¿De verdad es necesaria tanta gente? No tengo curiosidad por saber cuántos son del partido; cuántos estaban en el paro antes de trabajar en Moncloa y cuáles son sus méritos para estar viviendo de la sopa boba. Me gustaría, eso sí, saber qué hacen. Que al terminar el día cada uno, y una, pusieran en un papel a qué han dedicado la jornada. A fin de cuentas, si los estamos pagando nosotros, qué menos que saber por qué y para qué. Esto se nos ha ido de las manos, y creo que definitivamente.
Y mientras la cifra de paniaguados, arrimados, trujimanes y síseñores va creciendo, Sánchez se hace un video en su cuenta de X explicando que él no es partidario de cambiar la hora, y que así lo hará saber en Bruselas. Pensé que era una broma. No lo es. Vamos, que no responde a la oposición en el Congreso, no concede entrevistas más que a los medios amigos, no da ruedas de prensa, no sale a la calle porque pasa lo que pasa, pero hace videos sobre el cambio de hora. ¿Se está cachondeando de nosotros? Eso parece. Y no tiene ninguna gracia. Terminó como empecé citando a Víctor Márquez Reviriego, que en una entrevista en la Asociación del Prensa de Madrid ha dejado dicho que en «España sólo lo chapucero y lo desastroso, permanece y dura. Amigos», la cosa va camino de los ocho años: siete años y cuatro meses. Ánimo Alberto.