IÑAKI EZKERRA, ABC 01/02/13
· Hemos dado la vuelta por la europeización, la transición y la democracia para acabar en la España de Poncela y La Codorniz.
Andrei Petrov, el capo ruso de Lloret de Mar, ha dicho que está harto de los corruptos que hay en España y que en este país todos tenemos un precio. A mí su indignación moral me ha llegado al alma porque Petrov no es un mindundi sino el sujeto acusado de blanquear cincuenta y seis millones de euros para grupos mafiosos y colonizar esa bella localidad gerundense en comandita con el ex alcalde, también imputado. Petrov sabe de lo que habla. Que un mafioso se escandalice de lo que ha visto en nuestro solar patrio es realmente para sonrojarnos, pues su testimonio tiene mucho más valor que el de cualquier hombre honesto ya que estamos ante una autoridad en la materia.
Que se horrorice por la corrupción una monja de clausura no tiene mérito ni es nada raro, pero que lo haga el Padrino en persona es como para que se nos caiga la cara de vergüenza. ¿Qué habrá podido ver este hombre en Lloret de Mar para que se santigüe de ese modo y se le abran las carnes ante el juez instructor del caso? Las declaraciones de Petrov me han recordado a las de Mauricio Fierro, ese ladrón brasileño que se ha hecho famoso porque denunció, en una comisaría de Sao Paulo, a unos delincuentes que le habían robado el dinero que a su vez él había conseguido con el sudor de su frente asaltando una farmacia. Mauricio Fierro, alias «Pepita», estaba impresionado de los extremos a los que ha llegado la violencia en su país y decía cosas a la Policía como «¡con estos bandidos ya ni podemos llevar una vida deshonesta ni disfrutar de las cosas que robamos!» o «¡uno sale a asaltar y vuelve más pobre todavía!».
En realidad uno y otro no son más que unos plagiadores de Enrique Jardiel Poncela y de la España que pintó en obras de referencia como «Los ladrones somos gente honrada», una comedia que viene a decirnos eso, que también los rateros tienen su corazoncito y que en el mundo del choricismo y la mano larga también hay unas leyes, un código ético, unos principios y valores que respetar. Esta verdad como un templo, que los españoles tenemos interiorizada desde la escuela, es la que permite el curioso y pintoresco fenómeno de que no haya quien clame hoy más alto contra la corrupción que quien es experto en su práctica. En fin, que hemos dado la vuelta por la europeización, la transición y la democracia para acabar en el punto de partida, en la España de Poncela y de LaCodorniz.
Petrov viene de una lejana tierra en la que la explosión de un capitalismo joven sumada a los vicios del pasado totalitario no favorece la honradez. Petrov en Rusia creía que lo había visto todo. Pero se equivocaba. No conocía esta vuelta de tuerca española que es nuestro fariseísmo. No sé el tiempo que lleva en España. Lo que sé es que ya ha asimilado nuestra idiosincrasia y ahora alza la voz soberana contra la corrupción de Lloret, que no puede soportar. Yo le daría el título de «Español del Año» porque ya es de los nuestros. Ya es más español que un nacionalista catalán, ¡que ya es decir!
IÑAKI EZKERRA, ABC 01/02/13