EL MUNDO 29/12/12
VÍCTOR DE LA SERNA
TOMA POSESIÓN EL GOBIERNO RADICAL DE MAS
El sólido respaldo con que Artur Mas y su estrategia separatista han contado en la prensa catalana empieza a ser matizado ahora que llega la hora de la política, de los hechos, mientras los periódicos editados en Madrid siguen criticando esa estrategia, aunque muy suavemente en un caso ya muy notorio.
Se ha podido leer un editorial de dureza perfectamente descriptible en El País, junto a titulares tan abstrusos como Mas cierra filas hacia el soberanismo: «Sería un error que el Gobierno usara la política financiera para torpedear el programa soberanista del Gobierno catalán. La Generalitat debe poder funcionar con normalidad y la lealtad institucional debería ser la premisa de conducta recíproca».
Eso, después de recordar «la amenaza de recurrir a los hechos consumados si lo creyera necesario» por parte de Artur Mas, causa un cierto pasmo: El País sabe que se inicia un proceso ilegal en Cataluña, pero advierte a Rajoy de que ni se le ocurra cerrar el grifo del dinero. Debe ser ese sentido moderno del patriotismo del que el diario de Prisa se jactaba.
Claro que, a cambio, también era muy descriptible el entusiasmo del principal portavoz de Mas, La Vanguardia, en un editorial sin apenas valoraciones: «EL nuevo Govern de la Generalitat que preside Artur Mas tiene un perfil básicamente político, con personas de la máxima confianza del líder de CiU, para cumplir con la misión de aunar la necesidad de más austeridad con la de poner las bases del crecimiento económico, así como la de materializar con una consulta el derecho a decidir de los catalanes en el año 2014».
En las mismas páginas, sin embargo, era mucho más clara, y menos entusiasta, la columna de Antoni Puigverd: «No será fácil mantener, con menos apoyo parlamentario, esta doble línea: soberanismo y lucha contra la crisis. Ya se ha visto como una interfiere en la otra. Por si fuera poco, hacer frente a dos grandes objetivos es un vicio histórico catalán que siempre acaba en lamentos. Sucede con frecuencia también en la vida cotidiana: el más débil es también el más soñador. El que menos posibilidades tiene de éxito es el que más necesita alzar castillos en el aire».
Joaquim Coll, en El Periódico, predecía la autoinmolación de Mas: «Hace una década fue ungido delfín de Jordi Pujol sin mucho pedigrí catalanista, siempre ha transmitido un semblante frío y calculador, y a los independentistas nunca les pareció de fiar. La política catalana está quemando etapas velozmente. Hace sólo dos días, estábamos con el pacto fiscal. Ahora ya con la consulta y la secesión. Y Mas ha decidido que si en esta historia no le corresponde el papel de héroe, prefiere el de mártir».
¿Qué martirio?, se preguntaba José María Carrascal en ABC: «¿Quién es el que está ofendiendo a Cataluña desde el resto de España en los últimos treinta años? ¿Quién es el que la está robando? ¿Quién es el que quema banderas catalanas o retratos de los más altos dignatarios? ¿No es más bien al contrario, que las ofensas, los chantajes, los agravios vienen desde allí hacia España, siendo el último de ellos el ocultar el retrato del Rey».