CARLOS HERRERA, ABC 08/11/13
¿De veras no van a dirimir cuál es la solución al desafío estructural del Estado?
Ha estado fino Felipe González en alguna de sus apreciaciones acerca de la conferencia política que el PSOE convoca para este fin de semana. O, al menos, le parece a este columnista que ha estado fino. Creo que acierta Tigrekán cuando afirma que es el momento de las ideas, no de las personas. De nada sirve elegir un modelo para las fotos si no sabemos la ropa que le vamos a poner. La famosas primarias de las que tanto quieren hablar algunos en este aquelarre identificativo no pueden ser, ha dicho, una segunda vuelta de quienes las perdieron hace casi un par de años. Correcto. El Partido Socialista no precisa ahora decidir el quién, sino el cómo: crear nuevas repisas y colocar cada cosa en el sitio que más atractivo resulte para una clientela que debe de andar por alguna parte, oculta tras algún desencanto o algún florero con siglas. En dos días no se redefine la socialdemocracia, está claro, pero sí se sabe hacia dónde no hay que ir, qué riscos hay que evitar o por dónde se puede ser algo más audaz.
Eso si se actúa con inteligencia política y una cierta dosis de serenidad. Si no, la experiencia de este tipo de reuniones no deja demasiado optimismo al alcance de quienes son partidarios de centrar los mensajes políticos. Centrar en el sentido de ir hacia el centro, no de identificar y diagnosticar problemas. Normalmente suele brindar grandes momentos para aquellos que radicalizan mensajes a la desesperada creyendo que la solución está en profundizar por la izquierda la oposición a la derecha gobernante. Suele dar momentos muy vibrantes para los más peliculeros pero poca operatividad práctica. La izquierda suele hacer de estos congresos un gran escenario para el mitin, cuando debería enfriar el juego y no perderse en tonterías como la denuncia del Concordato u otras folcloradas semejantes.
No me sorprende, pues, que se prefiera evitar la cohetería de las primarias. Sí lo hace, sí resulta sorprendente, que prescindan de un debate esencial en España: la reforma de la estructura del Estado, elemento que han manejado de forma dispersa y, a veces, contradictoria durante estos tiempos de agitación y desmelene. ¿Qué es exactamente lo que proponen los socialistas para calmar los picores independentistas y las amenazas separatistas de, al menos, un territorio esencial de la nación española? ¿Exactamente qué es un Estado Federal y en qué se diferencia de lo que ahora disponemos?¿Cómo se articulan las responsabilidades fiscales de los ciudadanos españoles? ¿Son los territorios y no los ciudadanos sujetos de tributación? ¿Es aconsejable un pacto fiscal para Cataluña semejante a los concordatos navarro y vasco? ¿Tiene una comunidad derecho a la autodeterminación? ¿Es necesario aunar los diferentes criterios que existen en el seno de Partido acerca de todo lo anterior o es bueno que cada uno diga una cosa?
¿De verdad que no van a hablar de «eso»? A buen seguro será enternecedor ponerse romántico y reverdecer principios generales. Resultará conmovedor saber que el PSOE está a favor del Bien y en contra del Mal, que se persigue la igualdad y la fraternidad, que los derechos de los más desfavorecidos deben ser contemplados rigurosamente. Resultará estupendo saber que algunos pierden el tiempo decidiendo entre Monarquía y República, o proponiendo destinar más fondos a Sanidad y Educación provenientes de subidas de impuestos a «los más ricos» y todo eso. Pero todos sabemos que esas cuestiones van en el paquete de serie de todo socialista cortado por el patrón de tiempos de crisis (y de no crisis, ahora que pienso). Más déficit si hace falta y menos concentración en la deuda, también. Vale, sí, ¿pero de veras no van a dirimir cuál es la solución al desafío estructural del Estado? Ciertamente, me cuesta creerlo. Y me da la sensación de que a Tigrekán también, aunque no lo diga.
CARLOS HERRERA, ABC 08/11/13