Pablo Martínez Zarracina-El Correo

  • Sánchez y Feijóo se enfrentan esta noche en el único cara a cara de la campaña

Hay por ahí hasta cronómetros con la cuenta atrás para el debate electoral de esta noche. La cita es al parecer clave, decisiva, fundamental. De ella depende todo. ¡Todo! Así lo aseguran los analistas, que con demasiada frecuencia saben de antemano quién ganará el debate imprevisible: lo hará su candidato y ellos nos lo explicarán. La importancia de lo de esta noche también se nota por la musiquilla como de película de catástrofes con la que en la tele se ilustran las informaciones al respecto. Ayer supimos que doce cámaras de última generación van a captar lo que ocurra en el plató. Si tenemos en cuenta que el debate es cara a cara y lo protagonizan Sánchez y Feijóo, pero también que lo moderan Vallés y Pastor, a mí me sale que cada cara toca a tres cámaras de última generación. ¿No serán muchas? Que Pedro Sánchez funcione como un contestador automático repleto de argumentario y Alberto Núñez Feijóo lo haga como si su cerebro la combinatoria sintáctica la hiciese mediante sorteo hace pensar que, en realidad, tampoco hace falta que las cámaras sean tan de última generación. Servirían cámaras de una generación normal. Incluso cámaras de la Generación del 14. Es que el líder del PP me recuerda de perfil un poco a Wenceslao y el del PSOE dijo el otro día que él era -se le nota- muy de Fernando de los Ríos.

Se discute antes del gran debate sobre las estrategias de los candidatos porque en el fondo un debate televisivo no es un debate sino otra cosa, una especie de concurso en el que no se trata de defender las propias convicciones con argumentos sino de forzar en el rival el error catastrófico del que se hablará al día siguiente. Recapitular lo que uno recuerda de debates anteriores sirve para entender la importancia final de todo esto. La niña de Rajoy, eso es. Lo curioso es que parece que la campaña la va a decidir un debate absolutamente bipartidista entre los líderes de PSOE y PP, aunque no hay encuesta que sueñe siquiera con la posibilidad de que pueda gobernar uno de los grandes partidos sin alianzas neuróticas y contraproducentes. En términos ecológicos, la buena noticia es que al menos la música de película de catástrofes puede reciclarse. Todo apunta a que servirá muy bien el día 23, tras el recuento electoral.

Inter

Ciao, Luisito

Muere Luis Suárez y la pianola necrológica insiste en que se va el único futbolista español que ha ganado el Balón de Oro. Al instante, la pianola virtuosa responde con la partitura perforada de la reconvención: Alexia Putellas es de Barcelona y ha ganado dos Balones de Oro. Ya se ve que los sustantivos comunes terminados en ‘a’ tampoco nos funcionan. Se acerca el momento de exigirle a la Academia que cree más vocales, ojalá cinco o seis para empezar. Ya puestos, exijo que nos ocupemos también de la homonimia. Ahora que se ha muerto el Luis Suárez original, la estrella del gran Inter de Milán de los sesenta, en lugar de ponerle su nombre a un estadio, lo que habría que hacer es quitárselo al Luis Suárez posterior, el delantero uruguayo, el de los mordiscos. «Ciao, Luisito», despidió ayer el Inter a su leyenda, demostrando la superioridad de la sencillez sobre la pianola, así llegue la hora del lenguaje o la de la necrológica.

Tamara

Sin cobertura

Tras los conciertos de Dylan, la boda de Tamara ha sido el segundo espectáculo de masas en el que este verano se han prohibido los móviles. Todavía se pone de moda. Las innovaciones en términos de humillación y alipori se extienden como el rayo en el mundo nupcial, que es a veces contradictorio. Por ejemplo: reúnes a tus personas más queridas y les quitas el móvil porque sabes que entre ellas hay piratas dispuestos a vender el día más especial y emotivo de tu vida, que como es lógico ya tienes tú vendido de antemano y en exclusiva.