Juan Carlos Girauta-El Debate
  • Rusia es el agresor de Ucrania. La agresión es resultado de la interpretación que Putin hizo de dos debilidades: la europea, cuya respuesta a la invasión de Crimea en 2014 fue lamentable; la estadounidense, motivada por las retiradas de Biden

Solo la pereza intelectual explica que la mayor parte de analistas no vieran venir la agresión rusa contra Ucrania en 2022 y que, encima, nos dieran lecciones a los que sí la vimos. Lecciones que tuvieron que tragarse deprisa para volver al modo enterado. En realidad, la agresión fue posible porque los Estados Unidos dieron la indecorosa muestra de debilidad al salir corriendo de Afganistán. A escape salieron, dejando imágenes vergonzosas que evocan la evacuación de Saigón, cuando la derrota cobró forma de vacilante y sobrecargado helicóptero sobre una azotea.

Dos décadas después de las invasiones estadounidenses que, con los pretextos de vengar los atentados del 11 de septiembre (Afganistán) y de acabar con unas armas de destrucción masiva en manos de Sadam Hussein que nunca existieron (Irak), la mayor potencia del mundo vino a reconocer implícitamente, con un Biden irreconocible, algo contraproducente y probablemente falso: su desidia y desinterés por Oriente Medio, si no su debilidad militar. A la vez, dejó de reconocer una verdad (acaso es comprensible): la inutilidad de tan ingentes y larguísimos despliegues, cuyo coste en vidas humanas se cuenta por cientos de miles.

Bush, Blair y Aznar nos engañaron. El último nos debe una explicación a quienes le creímos. Con los demás se la puede ahorrar, pues no menos falsa es la acusación de que España había participado en la guerra. Las retiradas vergonzantes de 2020 y 2021, en la primera mitad del mandato de Biden, pueden contemplarse desde una perspectiva histórica como la tardía aceptación de un fiasco: el núcleo de la doctrina neocon era impracticable. Hablo de la imposición de la democracia liberal por la fuerza en culturas ajenas a tal tradición, hija al cabo de Atenas y de Jerusalén. Sí, Jerusalén: sin humanismo cristiano no habría habido democracia. Revisen las referencias al Creador en la declaración de independencia de los EE.UU., anterior en 13 años a la Revolución Francesa.

John Gray (el bueno) incluye el neoconservadurismo entre las desgraciadas utopías. Y tiene razón. A fin de cuentas, sus padres doctrinales venían del trostkismo, que es quizá la única variante incurable del comunismo. Hay maoístas curados, hay estalinistas plenamente salvos. La derecha culta anda llena. Lo que no se cura es el trostkismo, no sé por qué. En la utopía neocon creyeron Bush, Blair y Aznar. Con todo, era impensable invadir militarmente un país —por gamberro que fuera— solo para imponerle la democracia liberal, sin una excusa. Para colocar en su horca a Sadam Hussein habría bastado, en rigor, con esgrimir el gaseo de kurdos. No en la ONU, que ya estaba muerta. Por eso los aliados pasaron de esa curiosidad vintage de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad y su derecho de veto. Por ir acabando: Rusia es el agresor de Ucrania. La agresión es resultado de la interpretación que Putin hizo de dos debilidades: la europea, cuya respuesta a la invasión de Crimea en 2014 fue lamentable; la estadounidense, motivada por las retiradas de Biden.