LIBERTAD DIGITAL 13/06/17
CAYETANO GONZÁLEZ
· Transcurridas cuatro décadas desde las primeras elecciones libres, ‘decadencia’ es en mi opinión la palabra que mejor define la actual situación política.
Transcurridas cuatro décadas desde las primeras elecciones libres tras el régimen de Franco, decadencia es en mi opinión la palabra que mejor define la actual situación política. Decadencia de España como nación, decadencia del proyecto constitucional del 78 y decadencia de una clase política que es mucho peor, se mire por donde se mire, que la que protagonizó la Transición y los primeros años de democracia. Decadencia que tiene también en la corrupción una de sus principales causas y que no está siendo combatida por partidos políticos e Instituciones con toda la contundencia que requiere.
El tiempo político ha querido que coincida este aniversario de las primeras elecciones democráticas con dos hechos no relacionados directamente pero que son un exponente de esa decadencia a la que antes me refería. En primer lugar, el desafío independentista planteado desde Cataluña, ya con fecha y texto fijado para el referéndum secesionista. Y, en segundo lugar, la moción de censura que se debatirá este martes en el Congreso de los Diputados, presentada por un grupo político, Podemos, que es la expresión misma de esa decadencia institucional y social en la que está instalada nuestra nación.
Hay un tercer hecho coincidente con este aniversario de las elecciones del 15-J de 1977, que está sucediendo en un país vecino como es Francia, que aparentemente se podría pensar que poco tiene que ver con nuestra situación interna pero que, sin embargo, conviene analizar en profundidad, porque quizás lo que está sucediendo allí marque el camino de lo que puede ocurrir aquí.
El fenómeno Emmanuel Macron –con lo que conlleva de incertidumbre, de un cierto salto en el vacío–, con un partido puesto en marcha hace unos pocos meses, con un claro triunfo en las presidenciales frente al populismo de uno y otro signo representados por Marine Le Pen y Mélenchon, y con el excelente resultado cosechado en la primera vuelta de las legislativas, podría llevar a preguntarse si no puede suceder en España algo parecido en un futuro próximo.
¿Hay posibilidades de que surja un Macron en nuestro país? ¿Qué tipo de entendimiento tendría que darse, y entre quiénes, para que surgiera un fenómeno que fuera capaz de liderar un cambio político en España e hiciera frente al peligro del populismo? ¿Quién podría liderar ese movimiento, o como quisiera llamarse? Son preguntas que a día de hoy no tienen una fácil contestación. Todo indica que sería un movimiento de carácter transversal, con gentes procedentes de la derecha, del centro y de la izquierda. Es decir, gentes del PP, de Ciudadanos y de la parte del PSOE que ha perdido la batalla interna, porque todo hace pensar que Pedro Sánchez querrá tener a Podemos y a los independentistas como aliados con el único objetivo de desalojar a la derecha del poder.
Que el futuro en España puede transitar por el camino que ha iniciado Macron en Francia ofrece pocas dudas. Estas pueden estar en cuál será el detonante que ponga todo un poco patas arriba y cuál será el instrumento político, social y electoral que lidere ese nuevo statu quo.
Cuarenta años después de las primeras elecciones democráticas, nuestro país se encuentra en una encrucijada muy difícil, con graves problemas de cohesión interna, que actualmente se focalizan en Cataluña, pero ojo con las aspiraciones nacionalistas en Navarra y en el País Vasco. Tengo la impresión de que lo que vaya a ser España en las próximas cuatro décadas nos lo estamos jugando, como quien dice, en estos meses. Ojalá acertemos y todo salga razonablemente bien, porque por encima de todo España tiene que seguir aspirando a ser una gran nación, a pesar de los intentos de algunos por destruirla.