Deconstructing Pablo

EL MUNDO 21/10/16 – SANTIAGO GONZÁLEZ

· Ha recibido financiación de la teocracia iraní y de la Venezuela bolivariana, quizá su principal modelo, junto a la Grecia de Syriza. También ha mostrado grandes simpatías por todos los populismos latinochés (©Umbral) y la dictadura castrista. De la Revolución Francesa se queda con la guillotina, ojalá la hubiéramos tenido en España, como si aquí se nos hubiera dado mal históricamente atocinar a los contrarios. Pudo haber elegido la Revolución Americana que no tuvo guillotina ni terminó en Napoleón.

Estados Unidos es la única democracia del mundo que lo fue desde su nacimiento y que nunca ha sido dictadura. Pues este tipo se queda con el derecho a llevar armas y el Black Panther Party, una banda de asesinos racistas, cuyo ministro de Información, Eldridge Cleaver, su alter ego, acabó patentando unos pantalones con depósito exterior para alojar la minga Dominga (©Echenique). Es leninista y socialdemócrata, uno de los 100.000 hijos de San Luis y un castizo del 2 de mayo, según.

«Hay que politizar el dolor», dijo Pablo el fin de semana con el mismo aplomo con el que denunció en 2015 la utilización del «dolor de las víctimas de ETA para ganar votos». La idea estaba formulada antes por Herri Batasuna, dentro de la Ponencia Oldartzen, la estrategia de presión que en 1994 propuso socializar el sufrimiento y que se empezó a aplicar en enero de 1995, con el asesinato de Gregorio Ordóñez, abriendo una etapa en la que fueron asesinados 22 políticos, 17 de ellos concejales del PP y del PSOE. En febrero de 1996, la banda asesinó al socialista Fernando Múgica en San Sebastián y a Francisco Tomás y Valiente en su despacho de la Autónoma. Tomás y Valiente se llama el aula en la que impidieron hablar el miércoles a quien fue su amigo, Felipe González. Los boicoteadores llevaban pancartas con las consignas acuñadas por Iglesias: las manos manchadas de cal viva, verbalizada en el Congreso, y símbolos del gusto de Bienzobas, el terrorista que lo asesinó. Todo esto le parece a este tío «un ejercicio de salud democrática».

La acusación de Iglesias tuvo un precedente en marzo de 1995, cuando el batasuno Zubimendi, posteriormente condenado por terrorista, vació un saco de cal viva en el escaño de Ramón Jáuregui. La cal de Iglesias fue virtual, pero ayer echó un ejemplar de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en el escaño de Rajoy, llevando al Hemiciclo la lucha callejera en solidaridad con los inmigrantes del CIE de Aluche.

Le da igual ocho que ochenta, la ética que la crítica en Kant, Newton que Einstein como padre de la teoría de la relatividad. Es un cantamañanas semiculto cuya especialidad es encadenar sofismas, citas apócrifas, en la seguridad, que diría Hannah Arendt, de que nadie va a una tertulia con la Enciclopedia Británica para poner en evidencia sus morcillas. Dialécticamente es imbatible: no tiene respeto a los hechos y carece de pudor, está en todas las posiciones al mismo tiempo. Y a un tipo como éste le quedan aún cinco millones de votantes. Manda huevos también el paisanaje.

EL MUNDO 21/10/16 – SANTIAGO GONZÁLEZ