IGNACIO CAMACHO – ABC – 02/04/16
· Ni política ni números. El Gobierno al que sólo le importaban las cifras ha terminado derrotado por ellas.
Se suponía que sanear el déficit era el gran objetivo incomprendido del Gobierno. El que justificaba la ausencia de empatía política, el autismo y el énfasis economicista que ha devastado al marianismo. Cuadrar las cuentas, «no gastar más de lo que se tiene», el mantra que repetía Rajoy al comienzo de la legislatura.
«Yo no estoy aquí para ser simpático», aducía a su vez Montoro, un ministro que desconoce que para estar en el poder hay que captar el voto de los ciudadanos, además de su dinero. Pues bien: la legislatura ha acabado con un punto largo de déficit –diez mil millones de euros– por encima del objetivo fijado por la UE. 5,26 frente a 4,2. El Gabinete al que sólo le importaban las cifras ha terminado derrotado por ellas.
La culpa es de las autonomías, dice el argumentario oficial. Verdad hasta cierto punto. Las autonomías gastan más porque en ellas reside la mayor parte de la capacidad de gasto. Es cierto que la llegada de gobiernos de izquierda el año pasado ha disparado los costes de personal en casi 4.000 millones. Y que los virreinatos han sido incapaces de reducir su hipertrofiado aparato administrativo. Sólo que en tres de los cuatro años de legislatura el PP gobernaba en la mayoría de las comunidades. Y que el Ministerio de Hacienda –sí, el de Montoro– tenía la obligación y el mandato de embridar su despilfarro.
La realidad es que el Gobierno de la nación tampoco ha sido capaz de reducir ese gasto desproporcionado que caracteriza nuestro Estado subvencional. Que de los 42.000 millones en que se ha reducido este cuatrienio el descomunal déficit que dejó Zapatero, 26.000 corresponden al aumento de los ingresos, básicamente de la recaudación fiscal. Es decir, que el déficit lo hemos bajado nosotros. Los contribuyentes. Los empleados de nómina que pagamos los impuestos que subió… ¿adivinan quién? Montoro. Y que el sector público sólo ha ahorrado al final 16.000 millones. Pese a lo cual, y debido a ese proclamado desinterés por explicar las cosas y hacer política fuera de los despachos, el PP se ha consagrado ante la opinión pública como el partido austericida de los recortes, el asesino de los derechos sociales. Todo un éxito propagandístico.
La realidad es que los ciudadanos que votaron a Rajoy para que corrigiese el desparrame socialdemócrata se han encontrado con una especie de socialdemocracia de derechas que, incapaz de adelgazar la Administración, ha aplicado una presión fiscal insólita. Por ahí se le han escapado al marianismo, corrupción aparte, millones de votos. El Estado, en todos sus niveles, sigue siendo un gigante del derroche, y encima muchos votantes han comprado el
de la izquierda sobre el carácter antisocial del Gobierno. Y el contribuyente responsable y puntual, el ahorrador esquilmado, se encuentra tras este fracaso ante una izquierda que pretende ahora gobernar… ¡¡subiendo los impuestos!!
IGNACIO CAMACHO – ABC – 02/04/16