Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 11/7/12
ETA cree que la crisis deja al Gobierno sin capacidad estratégica para cambiar el modelo de Estado
Se cumplieron ayer quince años del secuestro de Miguel Ángel Blanco, concejal del PP en Eibar, asesinado por ETA al cabo de 48 horas. Aquel episodio provocó las movilizaciones ciudadanas más importantes desde el inicio de la democracia, tanto en el conjunto de España como en el País Vasco. Nunca el rechazo a ETA se manifestó de forma tan nítida y multitudinaria. Pero el impulso emocional se apagó poco a poco. La masiva salida a la calle de los vascos provocó un efecto político paradójico: el PNV interiorizó el episodio como una movilización antinacionalista, que no lo era, en lugar de verla como una protesta antiterrorista. Y ese análisis equivocado dio lugar a una radicalización política de los nacionalistas, que se acercaron al mundo de ETA y Batasuna, con los que cerraban pactos un año después del crimen. El movimiento asustadizo del PNV es lo que hizo posible que ETA terminara considerando el asesinato de Miguel Ángel Blanco como un éxito porque había aproximado al partido jeltzale a su terreno.
Tres lustros después, ETA ya no tiene hueco en la lista de problemas de los ciudadanos. En el barómetro del CIS de mayo, la preocupación por el terrorismo se sitúa al mismo nivel que las infraestructuras, signifique eso lo que signifique. En un país agobiado por la crisis económica, de la banda terrorista se ocupa el Ministerio del Interior y poco más. Hasta los etarras son conscientes de esa realidad. En el último boletín interno enviado a los presos, la dirección de ETA indica que «toda la atención del nuevo Gobierno de España, o casi toda, estará en la situación económica y en la evolución del paro». Creen que la situación de la economía hace que el Gobierno carezca de «capacidad estratégica» para afrontar cambios en el modelo de Estado.
Pero no es sólo la economía lo que ha devaluado el protagonismo público de ETA. La falta de atentados en España desde hace casi tres años ha ido desplazando al terrorismo de las preocupaciones cotidianas de los ciudadanos. Ni siquiera la periódica difusión de comunicados, como el del lunes, cambia la situación, a pesar de que ETA incurre en la paradoja de ratificar la declaración del 20 de octubre del 2011 en la que dijo que renunciaba a las armas de manera definitiva. Si la decisión era definitiva, sobra decir ahora que se ratifica. Lo irreversible no tiene vuelta atrás. En palabras del PNV, «un cese definitivo es un cese definitivo y no necesita de más aclaraciones». Si se hacen aclaraciones, en realidad, lo que se está transmitiendo es que otra declaración de ETA podría corregir el anuncio del abandono de la violencia.
Es posible que ETA no dé marcha atrás, pero dado que su anuncio del 20 de octubre está siendo objeto de debate interno, entra dentro de lo posible que los etarras decidan otra cosa. Así que la renuncia definitiva es, por el momento, provisional y ETA juega con ese equívoco para presionar al Gobierno.
Florencio Domínguez, LA VANGUARDIA, 11/7/12