ARCADI ESPADA, EL MUNDO 29/04/14
· El líder de los socialistas catalanes, Pere Navarro, sufrió el domingo la agresión de una mujer de unos 50 años, que le pegó un puñetazo en la cara al tiempo que le gritaba hijo de puta. El golpe, por el que no precisó médico, se produjo cuando iba a entrar en una iglesia de Tarrasa para asistir a la primera comunión de un familiar. Hasta ahora no se saben con certeza ni los motivos de la conducta de la dama ni su estado mental.
Pero los socialistas, y el mismo Navarro, han dado por hecho que el suceso es producto de la convulsión social que ha traído el proceso separatista impulsado por el gobierno de la Generalidad. Ese tipo de afirmaciones son delicadas. En primer lugar porque ni siquiera el propio Navarro ha dado pruebas de que la agresión se haya debido a la actitud que los socialistas mantienen respecto de lo que el escritor Ferran Toutain llama con elegante y definitiva mayúscula el Proceso. Pero, sobre todo, porque son las personas, y no las convulsiones más o menos abstractas, las responsables de los actos. Y en este sentido lo que es realmente singular, y uno de los pocos detalles seguros del incidente, es la actitud que tomó el propio Navarro ante su agresora. Dejadla ir, pidió a las personas que le acompañaban.
¿Dejadla ir? ¡Pero cómo! ¿Alguien puede imaginar que ante una agresión idéntica a un nacionalista la dama hubiera podido irse tan campante y tan probablemente satisfecha de haber cumplido con su duro deber, mas deber? ¿Acaso alguien no ve en esa ruta franca la expresión de quién manda aquí, tanto en los despachos como en la calle?
Yo comprendo esa manera de pensar, tan propia de la izquierda, que consiste en liberar de responsabilidad a las pobrecitas personitas. Y hasta cierto punto, al que probablemente llego por caminos muy distintos de los de Navarro, lo comparto. Pero mi escepticismo ante el libre albedrío humano no supone desprotección ante los ataques de la fiera. Es probable que la dama de Tarrasa no pudiera hacer otra cosa que lo que hizo; pero tampoco la víctima debería haber podido hacer otra cosa que llevarla ante la policía, que se explicara y que pagara. Si no lo hizo fue porque no estaría en su naturaleza hacerlo.
En esa mencionada naturaleza global de la izquierda, que irresponsabiliza a las personas. Pero también en esa naturaleza concreta del socialismo catalán, que lleva treinta años poniendo la otra mejilla ante el nacionalismo y diciendo dejadlos ir mientras muestran al mundo su tumefacto rostro de nazarenos.
ARCADI ESPADA, EL MUNDO 29/04/14