Luis Ventoso-ABC
- Curioso que no lo entiendan: en una televisión pública no puedes hacer un informativo al servicio de una única ideología
El nuevo presidente de RTVE, Pérez Tornero, ha tenido el tino de empezar a bajar el volumen a la inaudita verbena sectaria de la cadena pública bajo Rosa María Mateo (quien de paso se cepilló la audiencia). El servilismo impuesto por el sanchismo resultaba de tal brocha gorda que a su lado el botafumeiro de Urdaci con Aznar casi parecería virtuosismo deontológico. Dentro de esa línea de volver a la cordura, o al menos aparentarla, Pérez Tornero ha retirado el programa ‘Las cosas claras’. Era un magazín informativo a cargo de una productora privada, que se ofrecía antes del telediario de las tres y que lisa y llanamente calcaba en la televisión pública el menú habitual de La Sexta: información
y opinión de izquierda militante. Este jueves se emitió el último de sus 173 programas. Para la ocasión, su presentador se regaló una autoelegía victimista. Sus tertulianos habituales se quejaron de que se retiraba el espacio por su «independencia» y por «cuestiones inconfesables» (?). Un habitual comentarista televisivo que fue dirigente del BNG -independentismo y comunismo rancios- y un veterano periodista, célebre por su capacidad de flotación, dieron el pésame al presentador con sentidos elogios, tachándolo de «gran profesional» y ensalzando su «independencia informativa».
«Perro no come perro», reza un consejo que se da en la profesión periodística. Pero en este caso tal vez procede explicar por qué el programa que se ha retirado era inaceptable. Los antecedentes del señor Cintora ya no resultaban demasiado alentadores. La televisión berlusconiana, que no es exactamente el epítome de la excelencia deontológica, lo despidió en 2015 de su magazín matinal en Cuatro explicando que «Mediaset tiene claro el objetivo de informar, que no de formar a los espectadores», por lo que exige «presentadores que traten la información de manera objetiva». Las cadenas privadas pueden mantener la línea editorial que les plazca, pues para eso existe la libertad de expresión. Si quieren hacer un ‘show’ informativo militante desde la izquierda (o la derecha) están en su perfecto derecho. Lo que no han entendido Cintora, la productora y los colegas que lo jalean es que una televisión pública es otra cosa: la pagan todos los españoles, de derechas y de izquierdas, por lo que sus informativos deben intentar atender a espectadores de todas las tendencias. En España el voto derecha-izquierda está muy igualado. Si conviertes un programa de TVE en un altavoz pro-PSOE y Podemos, estás dejando fuera (y molestando) a la mitad del público ubicado en la orilla ideológica contraria. Sería imposible que en la televisión pública británica o francesa llegase a existir un panfleto de supuesto corte informativo como el que con buen criterio se acaba de retirar de La 1. Si quieren una prueba de su objetividad, basta con ver cómo ofreció en su emisión de cierre la mayor noticia del día, el revés judicial al Gobierno en el caso Plus Ultra: vista y no vista. No era periodismo. Era un mitin a cargo de nuestros impuestos.