Tonia Etxarri-El Correo
Sánchez está interiorizando el ‘procés’ a marchas forzadas
Mañana martes, el mismo día que el Rey inicia su ronda para designar al candidato a presidir el futuro Gobierno de España, se reunirán en Barcelona las delegaciones del PSOE y ERC. Adriana Lastra y Gabriel Rufián , con sus compañeros, irán encajando las piezas para pactar la abstención que necesita Sánchez de los republicanos. El aspirante a presidente ha cambiado de estadio en el desarrollo cognitivo de su búsqueda de socios para gobernar. Ha superado ya el insomnio que le producía imaginarse gobernando con Pablo Iglesias en la pasada legislatura para instalarse en la ilusión que le produce pactar un Ejecutivo con Podemos apoyado con los nacionalistas que esperan de él un guiño hacia el derecho a decidir. Son las servidumbres del poder. ¿Cómo se negociará un derecho de autodeterminación que no está reconocido en la Constitución? Los socialistas, que aseguran que su pacto con ERC deberá ajustarse al marco de la Carta Magna, se muestran optimistas. Le van a dar al Rey el sudoku de la gobernanza prácticamente resuelto porque Pedro Sanchez, el aspirante por autoproclamación, ya tiene los deberes muy avanzados.
Las negociaciones más opacas protagonizadas por los políticos que hasta hace pocos meses hacían alarde de su transparencia, están alcanzando su momento crítico. El Gobierno de socialistas y extrema izquierda populista ya está perfilado en lo que más les importa: la distribución de ministerios. Las pinceladas al programa (¿un Podemos domesticado se convertirá en un apéndice del PSOE o el partido de Sánchez será un PSOE ‘podemizado’?) han venido después. Sin problemas. Los obstáculos que han ido surgiendo en el camino, si los protagonistas hubieran sido los del PP o Ciudadanos por ejemplo, habrían dado al traste con las negociaciones. Pero en el caso del partido de Pablo, ni los despidos de la escolta sobreexplotada ni el de los abogados que investigaban las irregularidades en los sobresueldos, han provocado crisis alguna. Son acusaciones de corrupción que van cayendo en el archivo. Podemos tiene ‘baraka’. Ha perdido muchos votos y escaños pero está consiguiendo un blanqueamiento ejemplar. Tanto es así que muchos sectores de opinión llegan a creer, benditos ellos, que Iglesias ya ha aparcado sus planes de derribar el régimen del 78, por el hecho de que, imaginándose ya como vicepresidente, ha entrado en el carril del posibilismo aunque siga maquinando para celebrar un referéndum sobre la monarquía.
Lo que quedó constatado la semana pasada en la inauguración de la XIV legislatura es que más de un tercio del Congreso (121 diputados) desprecia la Constitución. La mayoría de ellos, socios en los que Sánchez deberá apoyarse para poder gobernar. El PNV ha ido abandonando su tradicional prudencia y ahora que ha pactado los Presupuestos del Gobierno vasco con Elkarrekin Podemos sirve la autodeterminación en la bandeja de la negociación con Sánchez. Molesto porque se dé por hecho su apoyo al nuevo Ejecutivo progresista y de extrema izquierda sin mayores objeciones. Por eso Andoni Ortuzar quiere que Sánchez también negocie con ellos la autodeterminación. No va a ser sólo con ERC. Que no se diga.
Pero mañana todos los focos se centrarán en los republicanos catalanes, cuyos dirigentes, tan condicionados por su líder Oriol Junqueras, cumpliendo en la cárcel la condena por sedición, esperan que empiece a funcionar la mesa entre gobiernos para desmenuzar las consecuencias del derecho de autodeterminación que ellos quieren proclamar y ejercer. ¿Vía pactada o unilateral? Sánchez confía en que sea pactada. De ahí su optimismo.
Estamos en la segunda parte de la negociación. La más interesante por ser la definitiva. En breve conoceremos el precio de la abstención de ERC. Sánchez ya ha admitido el «conflicto político» con Cataluña donde antes tan solo veía un problema de convivencia. El aspirante va dando pasos de aproximación hacia el nacionalismo catalán ante la pasividad general y la perplejidad de los partidos de la oposición de centro derecha que se limitan a asumir el papel de ‘cronistas de la calamidad’. Y lo hace de la mano de Iceta, su compañero clave en Cataluña para negociar con ERC y la extrema izquierda, un nuevo Gobierno en la Generalitat. Sánchez está interiorizando el ‘procés’ a marchas forzadas. Está ilusionado. Confía en que ERC renuncie a la vía unilateral. Pero ERC está sometido a la presión de sus bases radicales y vigilado por Puigdemont. Veremos.