Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
Aplastadas por el miedo, que mutó en pánico, y por los absurdos líos del petróleo, la Bolsa se dio ayer uno de esos sopapos que hacen época. El Ibex cayó nada menos que un 7,96%, lo que eleva las pérdidas de los últimos quince días a casi el 19%, y el Stoxx-50 europeo se dejo ayer un 8,45%, muy similar. La cifra de pérdidas acumuladas es inmensa. La pregunta es inevitable, ¿Vale hoy la economía española ese 19% menos que hace quince días? La respuesta es obvia: No. Pero es necesario recordar que la Bolsa no refleja solo el valor de hoy, sino la estimación del valor futuro de las empresas. Si se tratase tan solo de medir el valor actual, la cotización debería ser igual al valor contable de las mismas.
Así que eso nos conduce a la pregunta clave. ¿Tanto valor va a perder nuestra economía en los próximos tiempos como consecuencia del maldito coranavirus? Interesante pregunta, que carece de respuesta objetiva. Unos consideran que sí, y por eso venden sus acciones, mientras que otros piensan que no, y por eso las compran. Si no fuera así, no podrían cerrarse las operaciones y no existiría el mercado de valores; ni habría premio para quienes acierten ni castigo para quienes se equivoquen. Recuerde que tiene a su disposición para decidir cientos de sesudos análisis que justifican, unos, la primera postura y otros, la segunda. No se olvide de que todos ellos están basados en conjeturas, mejor o peor sustentadas, y que nadie sabe lo que va a suceder en el próximo futuro.
Ya es difícil adivinar el desarrollo de la enfermedad y puede comprobarlo al escuchar a las autoridades sanitarias, que se remiten a adoptar medidas profilácticas preventivas, sin aventurarse a emitir un pronostico de su evolución. Aquí, en el mundo de la economía, es aún más difícil evaluar escenarios. Lo es, porque primero hay que estimar la evolución de la enfermedad y después calcular su impacto en las empresas. ¿Cuánto bajará la demanda de viajes y hoteles por culpa del miedo a moverse? ¿Cómo se verán afectadas las cadenas de producción por las carencias en los aprovisionamientos? ¿Cuánto repercutirá todo en la evolución del PIB y cuánto dañará los ingresos públicos? Si alguien le contesta razonadamente a todas las preguntas, atienda a su criterio. Si no, siga su instinto… O mejor, ¡quédese quieto!
Además, ayer, el asunto se agravó con los líos del petróleo. Ya sabe que los productores de petróleo hacen cosas que si las hicieran los mortales comunes, irían derechitos a la cárcel, y no precisamente a Lledoners. Se reúnen con publicidad y cuando los precios bajan se confabulan para reducir sus producciones; y cuando suben mucho, para aumentarlas. Arabia Saudí ejerce de ‘capo cannoniere’ del cártel y decidió impulsar una bajada de las producciones a la vista de los acontecimientos, al dar por hecho que el coranavirus rebajaría el crecimiento mundial. Una menor producción debería equilibrar los precios. Pero en esto llegó Rusia y dijo que ellos producirían lo que quisieran sus empresas, lo cual irritó a los jeques que, al amparo de sus bajos costes de producción, tiraron los precios al grito de ‘quien pueda, que me siga’, lo cual provocó el derrumbe del petróleo y amplificó el sopapo de las bolsas. Y en esas estamos.