Del ‘sándwich’ al bocadillo

EL MUNDO 08/05/17
F. JIMÉNEZ LOSANTOS

Aunque me apetece horrores, porque es el gran problema del llamado periodismo de investigación, que desde hace años es más bien de filtración orientada desde las cloacas policiales y judiciales, no entraré en el debate de Arcadi y Cuartango este fin de semana sobre la licitud moral de publicar grabaciones extraídas del secreto de un sumario. Que indudablemente lo ha sido de forma delictiva y atenta contra la seguridad jurídica e integridad personal de los implicados; en el fondo, de toda la sociedad, periodistas incluidos. Es natural que un director defienda que los fines justifican los (y a los) medios, aunque estoy más cerca de la posición de Arcadi, porque veo cada día en la radio cómo el periodismo ha labrado y ahora cosecha un descrédito mortal, como parte felizmente manipulable de cualquier estrategia de partido o mafia. Y todo por la tirada o la audiencia, es decir, por la pasta.

Sin embargo, entre los diabólicos fines y los angélicos medios, y gracias al delito continuado de revelación de secretos del sumario de la Operación Lezo, ha quedado confirmado en palabras de sus responsables lo que algunos denunciamos desde hace años: la estrategia rajoyana del grupo Atresmedia/La Sexta –secundada especularmente por Mediaset/Cuatro– de favorecer sistemáticamente a la izquierda antisistema para impedir el crecimiento del PSOE y asegurar la continuidad del PP en el Poder, pase lo que pase. En el fondo, eso es lo que pasa: con Podemos enfrente, Rajoy sigue en la Moncloa.

«El sándwich de La Sexta funciona de cine», hemos podido leer en esas, ya digo, delictivas y atroces filtraciones. Y como ya comentamos aquí, ha sido la prisa del combo Soraya y sus Edmundos en tapar la declaración de Rajoy por el caso Gürtel lo que ha acelerado el estallido del Caso Lezo, que nos tiene clavados a las butacas del Coliseo Ferreras, gran productor que, según las filtraciones, también «se ha portado de cine».

Pero la Dieta del sándwich ha tenido tanto éxito que ha alumbrado la Era del Bocadillo, en la que Pablo y Pedro, Pedro y Pablo, no sólo pueden poner patas arriba la pax monclovita sino, separatismo mediante, todo el régimen constitucional. «Por querer tanto a Pablo, ahora tenemos dos», ha confesado, gemebundo, un diputado del PP. Eso pasa por jugar a la ruleta rusa: a veces te sale soviética.