Del blog de Santiago González
El presidente de las Juventudes Socialistas de Euskadi, Víctor Trimiño, tomaba posesión el domingo con una intervención que podríamos calificar de inusual, alejada de la tradición socialista: “Debemos estar enfrente de cualquier intento de normalizar o blanquear a una fuerza política que sigue siendo incapaz de condenar más de 850 asesinatos y que sigue ensalzando a los terroristas que los cometieron”.
La Ejecutiva del PSE le ha pedido que evite opiniones personales cuando ejerza de portavoz de las Juventudes, donde se ve con claridad que en cualquier partido te sale una Cayetana a poco que te descuides. Opiniones personales, ¿dónde se ha visto tamaña licencia? El joven Trimiño me inspira una enorme simpatía, pero se ve a lo lejos que desconoce la naturaleza del partido en el que milita. Por eso, para recordárselo, la Ejecutiva de los socialistas vascos hizo pública una nota para advertir del riesgo de las opiniones personales, que las carga el diablo. Considera ‘una novatada’ la expresión del joven presidente y añade que esas opiniones, en tanto que personales, no pueden considerarse la posición de la organización que representa. Pero si esto es así, lo que quiere decir la dirección del partido es que en realidad no la representa. En el seno de la formación conviven diferentes sensibilidades a la hora de enfocar la relación con Bildu y que existe “un fondo común de sufrimiento compartido”. Luego lo que pasa es que hay gente con más rencor y gente que pasa antes la página.
Rubén Múgica recordaba aquella foto en la que Idoia Mendia preparaba en un txoko una cena navideña junto a Arnaldo Otegi, Andoni Ortuzar y un efímero dirigente de la rama vasca de Podemos: “Cenas en navidad con Arnaldo Otegi y luego te adornas con un fondo común de sufrimiento compartido”. Aquella cena llevó a su hermano José María a devolver el carné. Hay una vocación antigua en el PSE de constituirse en el ‘morroi’ del caserío. No hay humillación que no estén dispuestos a soportar con mansedumbre; recuerden su exclusión del Gobierno vasco en el año 91, porque Ardanza albergaba la ilusión de un tripartito nacionalista con EA y Euskadiko Ezkerra. Aquello duró ocho meses hasta que Euzko Alkartasuna empezó a constituir junto a Batasuna plataformas autodeterministas en los Ayuntamientos. Sus consejeros fueron expulsados y el PSE aceptó sustituirlos entrando dócilmente por la gatera que les había servido de salida.
¿Recordará Mendia en su fondo de sufrimiento que Otegi les negó la palabra al día siguiente del asesinato de Fernando Buesa? Seguramente no. El sanchismo no es rencoroso y pasa página con celeridad. Por eso su sentido lamento del suicidio en su celda del terrorista Igor González Sola, sin que haya expresado lamento alguno por los seis guardias civiles que se han quitado la vida desde enero con su arma reglamentaria. Esto les pareció bien a los antiguos batasunos, pero insuficiente. Por eso, el ministro Grande Marlasca ha acercado cinco terroristas más a prisiones cercanas. Uno de ellos es Lierni Armandariz, asesina de Ernest Lluch y cuñada de su íntimo amigo, Txiki Begiristain, que era un nacionalista incruento. ¿Te acuerdas Idoia? ¿de Buesa, de Lluch? Cuánto sufrimiento compartido y cuánta indignidad.