JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC 07/10/13
· El «problema catalán» no se arregla con federalismos, terceras vías, trampas ni subterfugios, sino abierta, honesta y legalmente.
Que hay remedios peores que la enfermedad lo sabemos todos, y los remedios que intentan aplicarse al «problema catalán» empiezan a parecerlo. Tanto el «federalismo» del PSOE como la «tercera vía» de Durán tienen esa pinta. Sacar del baúl de los abuelos el federalismo, cuando ya lo tenemos de hecho en las Autonomías, sin que nos haya servido para articular el país sino para todo lo contrario, sólo puede ocurrírsele a un partido sin programa, sin líderes y sin rumbo. En cuanto a la «tercera vía» de Durán, peor aún, pues lo que propone es la «confederación»: mantenernos unidos, pero separados, como esos matrimonios en que cada uno se va por su lado, pero manteniendo los negocios juntos.
Que es lo que han buscado siempre los catalanes listos: nosotros somos los dueños de nuestra casa, pero con pleno acceso al solar, o mercado, español. E incluso encargándose Madrid de sus grandes gastos, infraestructuras, Ejército, etcétera. Para eso, prefiero lo de Junqueras: dos Estados y cada uno en su casa. La actitud del gobierno Rajoy ha sido hasta ahora la correcta: estamos dispuestos hablar de todo, siempre dentro del marco constitucional, dice. Y la Constitución no puede ser más clara al establecer «la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles». Mientras se mantenga en eso, nada que objetar. Pero si empieza a hacer distinciones entre los españoles o a conceder privilegios a alguna Autonomía, la unidad se rompe. Y, además, de la peor manera: cediendo al chantaje nacionalista, que, no nos engañemos, por muy moderados que sean, aprovecharán esas ventajas para promover su proyecto, que no es otro que la secesión. En otro caso no serían nacionalistas.
Conceder a Cataluña un «pacto fiscal» a la vasca o navarra, aumentar las inversiones estatales en aquella Comunidad, favorecerla en cualquier aspecto sobre las demás no solucionaría el problema catalán. Todo lo más, lo aplazaría y, a la larga, lo agravaría al aumentar el foso con ella. Sólo estoy de acuerdo con los independentistas en que estamos en un momento muy serio, muy grave, crucial incluso. Pero precisamente por eso, no puede resolverse con componendas, cataplasmas y medias tintas. Toda nación es un proyecto común, que no puede funcionar si alguna de sus partes no participan en él.
Y menos, si lo boicotea. La pelota está en el tejado de los catalanes, no en el los españoles, que estaremos encantados de seguir juntos, no para vivir de ellos, sino para convivir con ellos, pero no con trampas electorales, mentiras históricas o caminos inciertos, sino honesta, leal, legítimamente. Sabiendo todos lo que nos jugamos, que es mucho. Trampas, mentiras, argucias, ya hemos tenido bastantes. Demasiadas.
JOSÉ MARÍA CARRASCAL, ABC 07/10/13