Demasiado para Sánchez

IGNACIO CAMACHO, ABC – 25/02/15

· Un Rajoy implacable, la sombra de Iglesias, la huella de ZP… y las dudas del PSOE. Demasiada carga para un estreno.

Hay un principio en política que aconseja cuidar de los rivales débiles, mimarlos como el que administra una herencia. Pero las vísperas electorales desatan una competitividad impía, darwinista. A mitad de legislatura Rajoy tal vez habría podido mostrarse relativamente considerado con Pedro Sánchez, apuntalar su precario liderazgo como una garantía bipartidista. Con las elecciones a la vista y con un rival potente fuera del Congreso decidió sacudirse de encima al aspirante socialista, al que maltrató sin una brizna de clemencia. Abusó de su bisoñez pasándole por encima como un blindado.

Cabreado por las alusiones a Bárcenas lo vapuleó con tal displicencia que llegó a decir que él se hubiese criticado mejor a sí mismo. El presidente se comportó con clara intención asesina para arrojar el cadáver político de su adversario a la hoguera de sus propias filas. Buscó el «efecto Borrell»: provocar una derrota palmaria de Sánchez para que los suyos, que ya tienen bastantes dudas, le den el finiquito. Fue un ataque tan frontal, tan desdeñoso, que pudo pasarse de rosca y acabar reforzándolo por la clásica endogamia corporativa de los partidos.

El joven líder del PSOE debatió en realidad con mucha gente. Tenía delante a Rajoy en su versión más implacable pero se enfrentaba también a la sombra de Pablo Iglesias, a las reticencias de los suyos y al fracaso de Zapatero, con el que fue repetidamente golpeado. Demasiada carga para un novicio. Elegante pero insustancial, desperdició la oportunidad de presentar una candidatura solvente. No le funcionó la moderación formal del primer turno ni la rígida agresividad del segundo. Recibió un zarandeo tan cruel que hasta provocaba cierta empatía. Al presidente le faltó pedir que se lo quitaran de delante y le echaran al que de verdad parecía querer enfrentarse.

Ésta es la clave de la estrategia del debate de ayer, y tiene un riesgo claro. Detrás de un Sánchez sin oxígeno emerge irremediablemente el perfil coletudo de Iglesias como receptor del voto útil de la izquierda. El jefe del Gobierno persigue una confrontación bipolar con Podemos en la que pueda ofrecerse como garantía de estabilidad y orden frente al caos extremista del revanchismo demagógico. Su discurso de la mañana fue por ese camino: presentó un país en recuperación cuya principal amenaza era la aventura rupturista. En ningún momento se dio por inquieto ante la socialdemocracia; prefirió agrandar el peligro nihilista que hasta hace bien poco minimizaba. No quiere cortafuegos: está buscando la agitación del miedo de las clases medias ante el avance de los radicales.

Queda la duda de qué sucedería después, con un PSOE engullido por el populismo. Pero Sánchez no muestra trapío suficiente para levantar su propia alternativa. Y después de tres años de durísimo desgaste parece lógico que Rajoy no ande para obras de misericordia con el vecino.

IGNACIO CAMACHO, ABC – 25/02/15