Francisco Sosa Wagner-Vozpópuli

La democracia que conocemos, y lo estamos viendo, se empieza cambiando de ideas todas las mañanas y se acaba cambando de móvil

Si se va a introducir la democracia en el acceso a la carrera judicial, la pregunta que procede es cuál será el modelo de democracia en el que se inspirará la reforma. Porque padecemos y conocemos bien la democracia mugrienta, la casposa, la vacilante, la maltrecha, la vegetal, la exhausta, la de escayola, la desnutrida, la jorobada, la enferma, la hemoptísica … y por ahí seguido. De manera que preciso es afinar para no equivocarnos de pauta.

¿Será una democracia apoteósica de embustes? ¿será una democracia de plebeyo vocabulario? ¿de pensamiento reumático? ¿hecha de harapos mentales desperdigados? ¿gargajeante?

Las ideas que la fecunden ¿serán estables, solventes, de «premium«? ¿o será una democracia de ideas nómadas e itinerantes? ¿de verdades serias o de calderilla? ¿de verdades vigorosas o llenas de carcoma?

¿Será una democracia de fijos discontinuos?

¿Serán sus habitantes especialistas en esquilmar la decencia?

Como se ve, estamos ante disyuntivas que cualquier reforma debe abordar con rigor, optando por la opción más acomodada al interés público. Quienes redacten los proceptos legales deben ser pues personas prestigiosas, no tarambanas cum laude.

¿Se confiará a los megabillonarios o a asesores digitales?

Fanáticos especialistas

Se impone la atención, no desviarnos, tener claro el punto de llegada y el horizonte a alcanzar para no acabar poblando esa democracia de fanáticos especialistas en dar gato por liebre.

¿Será una democracia de hombres y mujeres graves, asiduos a las bibliotecas y a la consulta de libros y otras expansiones artísticas distinguidas? ¿O será colonizada por sujetos / as / es aficionados a las chirlatas?

¿Se llenará de crispadores y de personas reacias a arrimar el hombro?

¿Serán aficionados a cambiar de móvil o se mantendrán fieles a estos artilugios, a los que dispensarán un cariño verdadero?

Lo digo porque en la democracia que conocemos, y lo estamos viendo, se empieza cambiando de ideas todas las mañanas y se acaba cambando de móvil en cuanto se atisba en lontananza un policía.

Paciencia y meditación

¿Se llenará de amnistiados o de observantes de las sentencias?

¿Estará pobladas de «putos amos»?

La meditación y la paciencia en el discurso se imponen para lograr una reforma judicial que respete la diversidad cultural, las sensibilidades sociales, las identidades nacionales y la cogobernanza confederal.