José María Carrascal, ABC 04/01/13
Nunca se habían oído tantos aplausos para tan magros resultados.No se nos murió el paciente en la mesa de operaciones, pero continúa en el quirófano. La economía norteamericana hubiese entrado en recesión, y con ella posiblemente la mundial, de no haber llegado el Congreso a un acuerdo inextremis sobre el déficit. Pero el acuerdo es tan de mínimos que el déficit continúa. Lo que significa que, a la vuelta de la esquina, estaremos en las mismas y quién sabe si peor.
Pero hubo compromiso, que era lo importante, y el suspiro de alivio resonó en todo el mundo, especialmente en las bolsas, aunque la euforia duró sólo un día. Un compromiso que sin duda favorece a Obama: aumento de impuestos a los más ricos —los que ingresan más de 450.000 dólares anuales— y apenas recortes en los gastos. Algo que no hace mella en la tremenda deuda norteamericana. Habrá, por tanto, que seguir negociando para equilibrar el presupuesto, con las dos posiciones en las trincheras de siempre: los republicanos diciendo que hay que recortar los gastos, sobre todo los sociales, y los demócratas diciendo que hay que aumentar los impuestos. La lógica nos dice que habrá que hacer ambas cosas, pues con una sola no basta, como acaba de verse. Quiero decir que se ha evitado caer en el precipicio fiscal, pero se continúa colgado de él. Pocas veces se habrán oído tantos aplausos para tan magros resultados. Nadie cante, pues, victoria, empezando por Obama, y él es el primero en saberlo.
Aunque, ¿no es ésta la esencia de la democracia? ¿No se asienta en el compromiso entre posiciones opuestas? Lo malo es que el radicalismo, que rechaza el compromiso, ha entrado también en la política norteamericana, siempre tan pragmática ella, con un centro en ambos partidos que venía imponiéndose a los extremos, lo que había permitido a este país avanzar de forma ininterrumpida a lo largo de su corta pero exitosa historia. Últimamente, sin embargo, los extremos han crecido de tal forma en ambos partidos, el republicano sobre todo, que han llegado a dominarlos, lo que hace muy difícil, por no decir imposible, el compromiso en las cámaras, paralizando la acción de gobierno, ya que en Estados Unidos la división de poderes funciona, y por muchos poderes que tenga el presidente, el Congreso tiene tantos, y no digamos ya el Tribunal Supremo, que puede juzgar a quien sea si ve causa suficiente. Esa polarización es la gran amenaza que, esta vez, por fortuna, se ha evitado. Pero ¿se evitará la próxima?
Es la gran incógnita que queda pendiente sobre la economía. Como la eterna pregunta política: ¿sirve la democracia para las grandes crisis? ¿O sólo para el ir tirando en el día a día? Pues no se busque en la democracia lo perfecto (¿recuerdan «la menos mala etc., etc.), como ocurre a los radicales, de ahí su querencia por las dictaduras, siempre que sean de su bando, naturalmente. Aunque la última pregunta es si lo perfecto existe en este mundo.
José María Carrascal, ABC 04/01/13