- Países extranjeros y organizaciones islamistas como los Hermanos Musulmanes crean esas asociaciones, las financian y las mantienen para que desarrollen un proselitismo y blanqueamiento de su expansión en Occidente
Comenzó este mes de octubre con la celebración del juicio contra el religioso Custodio Ballester por haber advertido en 2017 del peligro que supone para Europa y Occidente el creciente islamismo y yihadismo. Aunque parezca mentira, ocho han sido los años durante los que se ha prolongado su pena de banquillo con la complicidad activa de la Fiscalía Provincial de Málaga. La reciente sentencia absolutoria califica algunas de sus manifestaciones como «desafortunadas», pero no ve indicio de delito, y las supedita a la libertad de expresión que, hasta ahora, funcionaba en nuestra sociedad.
La organización que denunció al religioso se llama «Musulmanes contra la islamofobia». Todas estas asociaciones musulmanas forman parte de un complejísimo y muy nutrido entramado asociativo, tanto en España como en los países occidentales europeos donde el islamismo se va infiltrando en todos los sectores de nuestra sociedad. Países extranjeros y organizaciones islamistas como los Hermanos Musulmanes crean esas asociaciones, las financian y las mantienen para que desarrollen un proselitismo y blanqueamiento de su expansión en Occidente. Lo hacen astutamente con una lección ya aprendida en otros países europeos con mayor tradición de llegada de musulmanes. Apelan a libertades y derechos que ellos mismos repudian para los demás: la libertad de culto, de pensamiento, asociación, expresión, … Muchas veces lo hacen en detrimento de nuestro propio ordenamiento jurídico y socavando nuestra convivencia, pero siempre arguyendo la excusa de su libertad religiosa que nosotros les garantizamos. Hemos caído en su trampa. Sólo contamos con las armas legales y pacíficas que nos proporcionan nuestros estados de derecho, que nos servían cuando éramos sociedades homogéneas, y de las que ahora ellos se aprovechan subrepticiamente. En Europa frecuentes grupos de musulmanes subversivos amenazan con la imposición de la sharía. Los autóctonos, estupefactos, somos demonizados en nuestra propia casa cuando defendemos civilizadamente nuestro espacio, nuestras leyes y costumbres, nuestra convivencia pacífica, y nuestro territorio en ciudades ocupadas por esas crecientes hordas marginales, desafectas y hostiles.
¿Por qué resulta tan difícil y perseguido denunciar la evidencia de una inmigración magrebí y musulmana incompatible que nos corroe, que tanta desgracia está trayendo a nuestro país en tan pocos años?
Al mismo tiempo que el juicio del religioso Ballester, recayó sentencia sobre el exinspector Ricardo Ferris, que en 2022 había relacionado inmigración ilegal con delincuencia según su propio conocimiento profesional. Grande-Marlaska le relevó del cargo inmediatamente y Podemos le acusó de «nazi» con las soflamas de sus medios afines. La sentencia le exculpa de cualquier delito y reconoce que en la comisaría donde Ferris era inspector las detenciones de extranjeros superaban a las de los españoles en delitos contra el patrimonio, el orden público, la libertad sexual, la seguridad colectiva y las lesiones. El fallo también recoge datos del Ministerio del Interior sobre la Comunidad Valenciana en 2022, según los cuales 1.034 españoles habían cometido delitos contra la libertad sexual frente a 608 extranjeros, quienes suponen alrededor de un 17 por ciento de la población en aquella comunidad autónoma. En esta ocasión, las organizaciones denunciantes fueron «Colaboración con la Infancia y la Mujer en Burkina Faso», y «Valencia Acoge».
En el contexto de esta vorágine denunciante, pocos días después Acción Contra el Odio (ACO) presentó otra denuncia contra el periodista Rubén Pulido. Le acusa de delito de odio y revelación de secretos por mostrar un documento oficial que la izquierda cómplice y sabedora prefiere ocultar porque no conviene a sus intereses políticos. En él se demuestra la desmesurada prevalencia de magrebíes como autores de delitos en San Sebastián. ACO es la misma organización que en verano denunció a una docena de activistas y periodistas tras las protestas en Torre Pacheco después de que tres magrebíes diesen una paliza a un anciano. Casi todos los medios tacharon entonces de ‘ultras’ a los vecinos que protestaban hartos por la delincuencia magrebí en su localidad. Esos medios obviaron que aquellos magrebíes salieron a las calles enmascarados, con palos, armas blancas, botellas rotas y artefactos incendiarios … Es la convivencia rota y el engaño en Cataluña, el Levante, ciudades de Andalucía, la Comunidad de Madrid, o el País Vasco.
Todas estas organizaciones saben que la posibilidad de que sus denuncias prosperen es prácticamente nula. Su objetivo es otro: infundir miedo en sus críticos para acallar a quienes de forma seria y fundamentada puedan oponerse a sus intereses. Fíjense que digo intereses y no ideología, pues el único ideario que persiguen es el de quienes las patrocinan, sean fundamentalistas musulmanes o la izquierda populista: capturar las mentes de sus adeptos, y demonizar o acallar al contrario.
Paralelamente se promueve el odio a Israel en violentas manifestaciones antisemitas en nuestras sociedades libres. Recientemente he escrito sobre los intereses islamistas ocultos detrás de esas movilizaciones, y la triste rentabilidad que determinadas élites fundamentalistas musulmanas han conseguido con esta guerra y las desafortunadas muertes de sus compatriotas. Han conseguido movilizar a muchos occidentales desinformados y de buena fe, inculcando en ellos el odio a Israel mientras deliberadamente ignoraban los asesinatos, violaciones, torturas y secuestros de hombres, mujeres y niños que causaron el conflicto. Las persecuciones y matanzas de cristianos por parte de musulmanes en Nigeria y Congo, Siria y Líbano, Nagorno Karabag … La ocupación ilegal del Sáhara por Marruecos, su expolio, muertes, y la huida de casi 200.000 saharauis de su hogar … Han explotado la desgracia de los gazatíes y, de nuevo a través de su perenne victimismo, han conseguido hacerse un hueco en el corazón de no pocos occidentales bien-pensantes, lo que más tarde facilitará la conquista de sus mentes, de su espíritu y de nuestro territorio, al que aspiran ocupar. También han logrado rescatar el antisemitismo en Europa, como cuando enseñaban a sus propios niños en la escuela a ser mártires en su yihad contra Israel. Todo forma parte de una calculada estrategia sibilina de expansión, blanqueamiento, engaño y ocupación.
- Alejandro Espinosa Solana es autor del libro Hacia una Europa Islamizada