MIKEL BUESA-LA RAZÓN

  • Cuando un partido lleva más de un siglo y cuarto en la palestra, los cambios se huele
¿Por qué esa urgencia?, se cuestionará más de uno. Fácil: cuando un partido lleva más de un siglo y cuarto en la palestra, los cambios se huelen. Y también se leen en las encuestas que van dejando arrumbada a la izquierda y pronostican un nuevo reinado de la derecha; eso sí, esta vez sin ningún concurso nacionalista. Por eso Ortuzar le dice a Sánchez que «debe hacer propósito de enmienda… porque no se ha portado bien con las instituciones vascas». Y por eso le promete también que si se aviene con rapidez le garantizará «la estabilidad necesaria» para que agote la legislatura. Claro que esta promesa es como la que le hizo a Rajoy poco antes de dejarlo tirado en la cuneta; y el infernal paso a la oposición está empedrado de apoyos repentinamente olvidados. Deprisa, deprisa es la consigna jeltzale; a paso de burra parece la de Sánchez. Esto es un pulso que no augura nada cierto. Por si acaso, Ortuzar –que no da puntada sin hilo– se ha apresurado a elogiar el «autogobierno» –no vayan a confundirle con algún catalán– y ha deslizado su disposición a votar en el Congreso a cualquier gobierno, incluso de la derecha, «si deja a este pueblo decidir su futuro». ¿Dentro de España y sin pagar?, me pregunto.