Miquel Giménez-Vozpópuli

  • ¿Quiere usted demoler su partido? ¿Necesita la voladura de sus siglas? ¿Pretende dejar su electorado como un solar? Atento a Ciudadanos, que ahí de fijo halla la solución

Se conoce que el interiorismo, las casas renovables y todo lo que sea crear obra nueva está tan de moda que Inés Arrimadas se ha propuesto derruir lo que construyeron Rivera y muchos otros, edificándose otra cosa. Del sólido edifico construido planta por planta a una casita adosada a Sánchez no hay más que un par de batacazos electorales o tres y una tontería española perpetrada en Murcia y evitada en Madrid gracias a que Ayuso es más lista que los ratones coloraos. Así las cosas, Inés, Inesica, Inés, se ha propuesto hacer otro partido – ya lo es, de hecho – al que ella conoció y en el que subió hasta a la azotea para quedarse más sola que la una, que las vistas son mejores sin compañía.

Inés está por cambiarle hasta de nombre a Ciudadanos, que ya es decir, e incluso se presta a que tenga de otro aire ideológico. Fíjate tú. Liberal, dice, como si en el PP no se pudiera, y de hecho haylos, encontrar a muchísimas personas que se adscriben a tal ideología. Incluso en Vox, ya ven lo que son las cosas. Admitámoslo, a Inés no le gustaba ver ese remedo de la Casa Usher en el que ella ha convertido al partido naranja y antes de que se hunda del todo quiere hacer reformas. Bien está, porque es un asunto que distrae mucho al personal, siempre habrá quién pique y, además, en algo tiene que entretenerse.

Empecemos por el nombre. Partido Liberal no me parece oportuno por lo dicho anteriormente, añadiendo que aquí se entiende esa acepción poco menos que como un sinónimo de capitalista sin escrúpulos, de esos que se desayunan varios niños del tercer mundo a primera hora mientras leen el Wall Street Journal. Si existe una ideología mal explicada, peor comprendida y más torticeramente empleada en este país es el liberalismo. Para explicarla con rigor deberían tirar de Juan Carlos Girauta o de Marcos de Quinto, pero hace tiempo que se mudaron debido a las humedades insufribles del viejo edificio naranja y no creo que exista nadie entre los que le quedan a Arrimadas en condiciones de explicárselo al sano pueblo español sin necesidad de dibujos animados.

Comando Arrimadas

Otra posibilidad sería denominarse Comando Arrimadas y convertir su corpus ideológico en el arrimadismo, dícese de los que tienen claro que lo mejor en política es arrimarse al sol que más caliente. Quizá sea demasiado explícito incluso para los que llevan la venda atada con superglue. El partido de Inés sería ideal, porque no compromete a nada ni indica tendencia alguna. Que no tema nadie por la personalización porque, en sí, no es mala. Ahí tienen ustedes al Corral de La Pacheca y ya ven los años que duró. Solventado el asunto del nombre, ¿cómo debería ser esa nueva morada de los arrimadizos o arrimádicos, que sería lo mismo sin ser nada? De entrada, pequeña, porque ya se conoce que ahí no va a ir de visita mucha gente.

Eso sí, se debería reservar para Inés un gran espacio, preferentemente con vistas a Moncloa o, en su defecto, al ministerio que a ella le acomode más. Un atril con micrófono para dar discursos entre La Verbena de La Paloma y ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, un sofá para representar la escena del ídem, una pizarra para escribir listas de enemigos o amigos e ir borrando o añadiendo y un set de maquillaje con el que pudiera ponerse hoy un poco más rojita de labios, hoy un poco más de azul en la sombra de ojos, en fin, ya saben, disimular y que no se vea el rostro de verdad, el que subyace siempre y acaba por aparecer fatalmente.

Hecho todo esto, el resto iría solo. Pocos fontaneros, que molestan, ningún servicio, que de casa se viene cagaomeaollorao y con el cigarrito liao, para nada un bar o un especio para Coffe Break, que a la que se juntan más de dos conspiran, y yo creo que con eso y un cuartito tipo plancha para reunir a los cargos electos – sobraría espacio pero hay que ser generosos – ya lo tendríamos.

Le deseamos mucha suerte en la piadosa tarea de derruir esas gloriosas piedras del viejo C’s, memento mori de lo que pudo haber sido y no fue, y hacer otra cosa distinta, coquetona y jacarandosa. A la inauguración, suponiendo que eso se construya en Madrid, no sé si debería invitar o no a Ayuso. Igual sí, porque esa mujer tiene un gran sentido del humor. Y en cuanto a los restos, Inés, sepúltalos en un cementerio y pon una lápida en la que pueda leerse “Aquí yace Ciudadanos. Murió de inanidad electoral y política. Descanse en paz”.

Amén.