Editorial-El Correo

  • El ingreso en prisión del exministro Abalos y el fracaso en la preparación del Presupuesto agravan en el mismo día la extrema debilidad de Sánchez, apenas sostenido por socios que temen más al PP que a la inestabilidad

El presidente del Gobierno encajó ayer dos duros golpes de forma sucesiva. Una especie de 1-2 que sacudió su flanco judicial y parlamentario con la fuerza suficiente para hacer tambalear la legislatura, sostenida a duras penas ya por un grupo de aliados en retroceso e incapaz de pactar siquiera las bases de un futuro Presupuesto. El ingreso en prisión sin fianza del exministro José Luis Ábalos y de quien fue su asesor Koldo García, en un intento del juez que investiga la trama de amaños en la compra de mascarillas durante la pandemia por evitar el riesgo cierto de fuga, supone quizás el mayor varapalo recibido por Pedro Sánchez, después de que Santos Cerdán entrase en la cárcel -ahora en libertad provisional tras cinco meses entre rejas-. Se trata de dos excolaboradores de su máxima confianza en el PSOE en serios aprietos judiciales, unidos por el supuesto cobro de mordidas a cambio de adjudicaciones de obras públicas y, desde ayer, por un paso común por Soto del Real por su implicación en casos de corrupción.

El hecho de que los tres -Ábalos, Koldo y Cerdán- hayan acabado encarcelados cuando fueron artífices de la llegada de Sánchez a Ferraz, simbolizada por la imagen del ‘Peugeot’ con el que los cuatro recorrieron las agrupaciones socialistas en busca de apoyos para las primarias de 2017, trasciende cualquier imagen berlanguiana para interpelarle directamente a él como secretario general del PSOE y jefe del Ejecutivo. Ábalos fue su ministro de Transportes y su primer secretario de Organización. Luego, tras un cese no suficientemente explicado que abrió las puertas del partido a Cerdán, le recuperó para integrar las listas electorales que le llevaron al Congreso de los Diputados, donde ha recibido la puntilla a su carrera política. Punto final con toque sarcástico para quien defendió en nombre del PSOE la moción de censura contra Rajoy, con el argumento de la corrupción que le ha empujado ahora a la misma zona de sombra de la ‘Gürtel’. Igual que a Koldo, encargado de custodiar los avales de Sánchez, y a Cerdán, presunto cerebro de la red de comisiones ilegales.

El cerco se estrecha por la decisión del magistrado que instruye la pieza de los sobres, el dinero en ‘cash’ entregado a Ábalos y Koldo, de solicitar a la dirección socialista la relación de «pagos en metálico» entre 2017 y 2024. Básicamente el período de Sánchez al mando de un partido que se nutre en su cúpula de ministros y cargos próximos al líder, sin apenas cuadros ni voces discrepantes. Y por la extrema debilidad parlamentaria del presidente del Gobierno, al descubierto ayer también por el rechazo frontal a la senda de estabilidad presupuestaria presentada como paso previo a unos Presupuestos condenados a seguir en el cajón, prorrogados desde 2023. Fueron 178 votos en contra -PP, Vox, Junts y UPN- y 5 abstenciones -Podemos y Compromís- capaces de tumbar la iniciativa de una mermada mayoría de progreso, plasmada en unos raquíticos 164 apoyos.

Pero imposibles para desplazar a Sánchez de la Moncloa. Los socios que le quedan parecen más temerosos del Partido Popular, en pleno ensayo con Vox en Valencia aunque ese pacto entrañe cesiones sociales, que de la evidente inestabilidad de la legislatura. Sin una mayoría de votos para impulsar la agenda legislativa ni unas elecciones en el horizonte, el mandato se abona a la agonía. Tampoco parece muy oportuno que Núñez Feijóo, como opción para armar una alternativa de gobierno, lleve la pulsión política a las calles con una protesta «sin siglas» este domingo.