- La ministra de Hacienda ha hecho un paréntesis en sus vacaciones para negar el concierto catalán probablemente porque en Ferraz han dolido las críticas de Josep Borrell
María Jesús Montero niega que la financiación singular que ha prometido a Cataluña sea un concierto económico similar al que rige las relaciones fiscales entre el País Vasco y la Hacienda central. ERC asegura, sin embargo, que Sánchez ha dado cumplimiento a sus exigencias otorgando a la Generalitat las llaves de la caja en pago por su apoyo a la investidura de Salvador Illa. Aragonés vendió a sus huestes la gesta como el mayor avance en soberanía en décadas. Alguien miente. O mienten ambos.
La bravata de los separatistas catalanes puede ser comprensible. En plena debacle electoral, necesitaban parar la sangría de votos y, al tiempo, justificar su apoyo al PSC. Con un Puigdemont crecido, consentido por Interior a entrar y salir de España a su antojo y con el ministro de Transportes ejerciendo de abogado defensor ante el Tribunal Supremo, había que levantar cabeza en plena batalla interna por el liderazgo ‘indepe’. Cuando llegue el momento de la verdad, la prueba del algodón, ya se rasgarán las vestiduras para explicar por qué firmaron lo que sabían que no se iba a cumplir.
Porque a unos y a otros no se les puede escapar que, salvo que a Bolaños le dé por hacer ingeniería legislativa, propia de la casa, no hay manera de reformar en el Congreso la Ley de Financiación Autonómica para otorgar a Cataluña la singularidad que pretende. Ni por mucho dinero que tenga Montero, que ha llenado a rebosar las arcas públicas gracias al pavoroso efecto de la inflación en nuestros presupuestos familiares, ni por mucha creatividad contable que pueda desplegar en el Consejo de Política Fiscal y Financiera, le llega para sobornar a tanto barón agraviado.
La ministra de Hacienda ha hecho un paréntesis en sus vacaciones para negar el concierto catalán probablemente porque en Ferraz han dolido las críticas de Josep Borrell. Será que pueda ser el adversario que lidere una corriente interna contra el jefe, será porque sus declaraciones puedan ser escuchadas con atención en Bruselas. O en Toledo. O en Gijón. Montero se ha hecho un mitin disfrazado de rueda de prensa con un único objetivo: amarrar el poder. Es el único fin que mueve a este gobierno. Ni la dramática crisis migratoria y humanitaria en Canarias, ni el caos ferroviario, ni los fallos en la Ley de Paridad que abren la puerta a una avalancha de despidos les mueven de debajo de la sombrilla. Sólo el riesgo de perder la poltrona, que, salvo para colocar a amigos y familiares, no saben o no quieren usar.
Habrá quien opine que, cuanta menos capacidad de gestión tengan, menos daño harán al tejido social y productivo. Nada más lejos de la realidad. La inseguridad económica y jurídica que provocan cada vez que abren la boca, invitan al personal a poner pies en polvorosa.