Consciente de la importancia de Barcelona en el debate, la alcaldesa quiso escenificar el apoyo mayoritario con el que cuenta el veto acompañándose durante su comparecencia de representantes de varios grupos municipales. Ciudadanos y PP, favorables al fin de la prohibición, rechazaron la invitación de Colau.
Flanqueada por Xavier Trias (CiU), Jaume Collboni (PSC), Alfred Bosch (ERC) y Maria Ortega (CUP), Colau aseguró que Barcelona hará «todo lo posible para dejar sin efectos prácticos la sentencia». Sin concretar qué medidas legales pondrá en marcha, dijo que los servicios jurídicos municipales llevan días estudiando su respuesta. La primera, en todo caso, será esgrimir la ordenanza municipal en vigor que impide infringir sufrimiento a los animales y que fue pionera en toda España. «Si no se pueden poner banderillas a un perro en plena calle, tampoco a un toro [en un ruedo]», equiparó.
El líder del PSC de Barcelona y socio de Colau en el Gobierno municipal, Jaume Collboni, fue el único que admitió que la sentencia del TC debe cumplirse. El teniente de alcalde de Cultura añadió, sin embargo, que su partido está a favor de «estudiar las vías legales [necesarias] para mantener aquello que el Parlament y Barcelona acordaron en su día: que no haya más corridas de toros ni en Cataluña ni en Barcelona». El PSC gobernaba en Barcelona cuando la ciudad fue declarada antitaurina en 2004.
Desligados de la gestión municipal, los portavoces de ERC y la CUP demostraron mayor contundencia. Los republicanos compararon la decisión del TC con «épocas oscuras de la Inquisición» y la izquierda anticapitalista vinculó la sentencia con un «ataque a la soberanía de Cataluña y a la municipal».
Por su parte, el PP de Barcelona evitó ayer cualquier gesto de euforia pese al triunfo de su recurso contra la Ley catalana de Protección de los Animales. Su líder municipal, Alberto Fernández, se limitó a defender «la libertad frente a la prohibición». Algo menos contenido se mostró el líder del PP en el Parlament, Xavier García Albiol, que celebró el «golpe» a lo que consideró una mera reivindicación independentista.
Como Colau, el Govern de Carles Puigdemont tampoco fue capaz ayer de especificar qué obstáculos legales presentará para frenar la sentencia del TC. El conseller de Territorio, Josep Rull, prometió que «los toros no volverán a Cataluña, diga lo que diga el TC». Para evitarlo auguró el despliegue de «todos los mecanismos operativos y normativos» de que disponga el Govern. No mencionó ninguno en concreto. Fuentes de su departamento aseguraron ayer a este diario que sus servicios jurídicos están esperando a conocer el contenido de la sentencia para saber en qué dirección actuar.
Todos los grupos del Parlament, de nuevo a excepción de Ciudadanos y PP, mostraron su apoyo al Govern de Junts pel Sí frente a la sentencia. El portavoz socialista, Jordi Terrades, abogó por buscar «vías legales» para sostener el veto a los toros. Una postura que apoyó Catalunya Sí que es Pot –la marca catalana de Podemos– y que llevó más lejos la CUP. Los antisistema, como en el caso de Barcelona, abogaron por no acatar la sentencia para reforzar su postura de desobediencia general a cualquier institución española.
El único atisbo concreto de hacia dónde podrían dirigirse los recursos legales lo esgrimió el Colegio de Abogados de Barcelona. Su comisión de protección de los derechos de los animales recordó ayer que la ley que permitió la prohibición recibió el aval del Consell de Garanties Estatutàries, considerado como el Tribunal Constitucional catalán. El dictamen de dicho órgano consideró en 2010 válida la normativa al basarse en las competencias exclusivas que la Generalitat tiene sobre los espectáculos públicos y la protección de animales. También denuncian que el TC contraviene su propia jurisprudencia al utilizar leyes posteriores para anular una anterior, en referencia a la que considera las corridas de toros como patrimonio cultural de todos los españoles.
Contactado por este diario, el Grupo Balañá declinó hacer ningún tipo de declaración sobre la sentencia.