Ignacio Camacho-ABC
- Si el partido de Puigdemont contemplara la posibilidad de dejar caer al Gobierno, le bastaría con rechazar los Presupuestos
Cuando he tenido responsabilidades en una redacción he procurado rechazar el uso de la perezosa expresión «no descarta» en los titulares. No descartar es la antinoticia; la información sería, en todo caso, el descarte. Salvo que ande por medio este Gobierno, en cuyo supuesto convendría prepararse para el próximo «cambio de opinión» a la medida de sus necesidades. Hay cosas en la vida que no puede descartar nadie, pero eso no significa que formen parte de sus planes y por tanto el periodismo no debe considerarlas por sí mismas un hecho novedoso o noticiable. Otra cosa es que el contexto sea relevante. Por ejemplo, cuando la presidenta de Junts, Laura Borràs (con acento grave, por favor, que según ella se volvió independentista porque no conseguía que le respetaran la ortografía de su apellido en los documentos oficiales), contesta que no descarta nada a la pregunta de si excluye apoyar una moción de censura contra Sánchez. En esta coyuntura procede la transcripción, aun a sabiendas de que se trata de una nueva amenaza de chantaje.
Si el partido de Puigdemont quisiera o al menos contemplara la posibilidad de dejar caer la legislatura, le bastaría con rechazar los Presupuestos y dejar que el Ejecutivo demostrase si es o no viable gobernar sin el Parlamento. Y sin ser por ahora descartable –¡¡uy, perdón!!– que acabe haciéndolo, su actitud tiene bastante más pinta de amago táctico para encarecer un acuerdo que hasta el dirigente popular Bendodo considera casi hecho. Los separatistas saben que el presidente no está en condiciones de hacerse el estrecho bajo un chaparrón judicial que lo va a calar hasta los huesos. No encontrarán una situación más favorable para hacerse valer frente a Esquerra, su verdadero adversario interno. Todavía estamos en la fase de tanteo a la espera de sentarse en serio a discutir el precio. Moncloa pagará lo que sea menester con tal de comprar tiempo, y si las cosas se ponen de verdad feas romperá antes que ellos.
Sucede, además, que el PP cometería un error de consecuencias imprevisibles si plantease esa moción, aunque fuese sólo para convocar elecciones, con el improbable respaldo simultáneo de Vox y los golpistas. En primer lugar porque muchos de sus votantes no lo entenderían, y en segundo término porque ningún partido decente puede aliarse ni siquiera coyunturalmente con un prófugo de la justicia. Por urgente que sea acabar con el sanchismo, más importante aún resulta la calidad moral de la alternativa, máxime cuando la oposición lleva seis años denunciando, cargada de razón, la ilegitimidad de ejercicio de un poder sostenido sobre esas indeseables compañías. La regeneración empieza por descartar, aquí sí, las prácticas torcidas que han degradado las instituciones y por demostrar con hechos que no todo vale en política. No al menos en una política distinta. Respetable, congruente, fiable. Limpia.