ABC 22/09/16
BIEITO RUBIDO
España es uno de los países más descentralizados de Europa. Ningún territorio de nuestro entorno disfruta de las cuotas de autogobierno que poseen, por ejemplo, Cataluña o el País Vasco. En ambos casos, la factura resulta bastante gravosa al conjunto de los españoles. Claro que, bajo el imperio de lo políticamente correcto, nadie se atreve a opinar, y menos en período electoral, que el cupo vasco y el amejoramiento navarro son anacronismos en la Europa moderna. Al contrario, el secretario general de los socialistas, un tal Sánchez –en expresión de Arzalluz–, se ha descolgado pidiendo más autogobierno para las tierras vascas. Todo un síntoma del problema que enfrentan el PSOE y España, y de lo alejado de la realidad que se encuentra el líder de este partido. De ser cierto lo que una y otra vez nos dice el CIS, la mayoría de los españoles quieren justamente lo contrario. Nadie cuestiona el Estado autonómico, y de hecho, desde su nacimiento, no se ha suprimido ni una sola competencia. Ahora bien, sobrepasar en este momento el nivel de autonomía existente es como prometer un puente a quien no tiene río.