ALBERTO AYALA-EL CORREO

El de ayer debió de ser otro de esos días políticamente incómodos para Alberto Núñez Feijóo. Justo lo contrario que para el presidente, Pedro Sánchez, que ha visto cómo el paro caía y el empleo crecía, algo nada usual en octubre.

Es obvio que estas son malas noticias para quien lidera la oposición. Como que baje la inflación y coloque a España como el segundo país europeo con los datos menos malos. O el éxito de la excepción ibérica, el «timo» ibérico para el PP. O que muchos gobiernos europeos y la propia Unión estén por poner un impuesto a los beneficios extraordinarios de las grandes empresas energéticas.

Hace una semana Feijóo rompía las negociaciones para renovar el Consejo General del Poder Judicial con el argumento de que Sánchez seguía adelante con su idea de modificar el delito de sedición para contentar al secesionismo catalán. Un asunto que era de dominio público. Cuestión diferente es que en puertas del pacto el PSOE decidiera verbalizar su apuesta a modo de provocación a los conservadores.

El líder del PP tuvo fuertes presiones desde su partido (Ayuso) y de buena parte de la opinión publicada y radiofónica madrileña para dar el paso que dio. Hoy parece evidente, hasta para algunos de los suyos, que fue un error. Porque la Constitución y las leyes están para cumplirse, gusten o no. Para cambiarlas hay que ganar las elecciones y luego que el Parlamento dé su plácet a los cambios que proponga el Ejecutivo.

Tras lo ocurrido pareció que el PP modificaba el eje de su política de oposición: de la economía y las bajadas de impuestos al secesionismo y las cesiones a catalanes y vascos. Ayer dio la impresión de que no es así de simple.

Feijóo nos confirmó que se la trae al pairo la Ley de Memoria Democrática y que los restos del general golpista Queipo de Llano fueron exhumados de la sevillana basílica de la Macarena en cumplimiento de la norma. La economía va a seguir en su discurso.

Lo desconcertante es que el político gallego se descolgara reclamando el restablecimiento de las deducciones por compra de vivienda que Zapatero anuló. ¿La razón de mi asombro? Que tal deducción fue una de las causantes de la burbuja inmobiliaria que estuvo tras la gran crisis de hace tres lustros porque dispara los precios. Rajoy y Montoro estudiaron reimplantarla cuando llegaron al poder. La UE les obligó a meter el freno de mano.

Sánchez, es obvio, no va a tener fácil la reelección si no mejora la situación económica y/o la ciudadanía valora el escudo social que está desplegando su Gobierno. Menos, si en los comicios locales de mayo el PSOE pierde Valencia, Baleares o Castilla-La Mancha. Y es evidente que a miles de votantes socialistas de esas regiones desagrada sobremanera las cesiones sanchistas al independentismo.

Ello amén de que ganar en las urnas, si no es por mayoría absoluta, no garantiza La Moncloa. Ortuzar y Egibar ya han desvelado que Euskadi y Cataluña pondrán sus exigencias ‘nacionales’ sobre la mesa para dar su apoyo a Sánchez. De Feijóo, ni hablar. O logra la mayoría casi absoluta, o pacta con Vox, o nada.