Ignacio Marco-Gardoqui-El Correo
La ‘tournée’ que realiza la delegación del Parlamento europeo por la Administración y los agentes sociales españoles constituye un hito importante. Hasta ahora, las actuaciones realizadas por el Gobierno en el crucial asunto de los fondos europeos han contado con el ‘placet’ cariñoso y complaciente de la Comisión Europea. En realidad el trayecto que va desde la habilitación del dinero disponible hasta su llegada a los destinatarios finales es tan largo y tan tortuosos que admite cualquier opinión. Cuanto más cerca de la línea de salida se encuentre el observador mejor será la opinión, pues es cierto que los fondos se han librado con una cuantía y una falta de rigurosidad sorprendentes. Incluso se han revertido sin recriminación alguna hitos ya valorados y aprobados como la ley de empleo y el control previo de los ERTE o incluso el sistema de pensiones, cuya reforma se encuentra muy lejos de estar pactada, ni siquiera dentro del propio Gobierno. Por eso, cuanto más al final se sitúe observador más severa resultará la crítica, dado el decepcionante porcentaje de las ayudas realmente recibidas por los destinatarios.
Todo resulta un poco extraño y todo queda impregnado del apestoso aroma partidista que impera en la situación política española. Me refiero a esa evidente desconfianza que demuestra la comitiva parlamentaria al pedir la comparecencia de la anterior responsable de los fondos, cuya salida nunca estuvo bien explicada, o al insistir en la presencia de los responsables autonómicos que tantas veces han emitido sus quejas ante su irrelevancia práctica. Y también a la respuesta, un tanto desairada, del Gobierno. La vicepresidente Calviño se ‘agachó’ en las principales preguntas y las dirigió a su colega Montero (no se asuste, a la ministra de Hacienda no a la de Igualdad, que hubiese sido mucho más original) y ella se ausentó al inicio de la reunión aduciendo que debía asistir al Consejo de ministros y pasando el trago a sus subalternos, como si hubiese olvidado la cita que les reúne todas las semanas.
La comitiva dejó suelta en el ambiente la gran pregunta que tanto extraña a los eurodiputados: ¿Por qué se ha modificado y rebajado el delito de malversación, justo ahora que llega la mayor cantidad de dinero recibida jamas por la Administración española? La señora Hohlkmeier puede estar tranquila, porque la razón de tan singular comportamiento poco o nada tiene que ver con la llegada del dinero europeo. Pero, ya que se interesa por los controles del mismo sería prudente que se mantuviera alerta. Aunque solo sea para evitar disgustos posteriores.