Rebeca Argudo-ABC
- Que Ábalos fuera, desde el punto de vista de Sánchez, un gran desconocido para él me empujó a releer ‘Manual de resistencia’
Reconozco que Pedro Sánchez diciendo, sin pudor alguno, que José Luis Ábalos era, desde el punto de vista personal, un gran desconocido para él, es lo que me empujó a releer ‘Manual de resistencia’, el libro que escribió por gestación subrogada. Les diré que ha ganado mucho con el tiempo (y con las causas judiciales) y se ha convertido, en mi opinión, en un clásico del humor involuntario. A propósito precisamente de Ábalos, el hombre al que desconoce en lo personal, dice que «en aquellos tiempos (tras su salida de la Secretaría General del PSOE) hay varias personas del partido que van fortaleciendo sus vínculos conmigo», entre otros Ábalos, y que «vamos creando una complicidad muy especial». Un poco más abajo apunta que Ábalos compartía con Adriana Lastra la opinión de que «el único que puede corregir este proceso y ganar es Pedro» y «en él descubrí a una persona consistente». Una persona consistente con una complicidad muy especial, pero a la que desconoce, aunque le susurraba cosas preciosas, como «la posición socialista de negarnos a dejar gobernar a la derecha se identifica contigo» o «tú has acumulado un inmenso capital político de coherencia y eso no se lo puedes traspasar a nadie». Y, desde el desconocimiento personal, le insistía para hacer un acto en la Comunidad Valenciana. «Yo le reiteraba que no había decidido nada», cuenta, «y él me contestaba que (…) debía dirigirme a la militancia que se sentía huérfana y necesitaba saber de algún modo que yo estaba ahí». Espóiler: «finalmente, me convenció y a finales de noviembre, apenas un mes después de mi dimisión como diputado, celebramos aquel acto en Xirivella». El acto fue multitudinario («todas las previsiones se desbordaron, incluso las de quienes sabían, como Ábalos, que había mucha más gente detrás de mí de la que yo era consciente») y entre la sorpresa y la emoción, el desconocido Ábalos otra vez le dijo «–esto es lo que hay–». Estuvo ahí con él desde el principio («dieron la cara en los medios Adriana, José Luis Ábalos y Quico Toscano»), aun sin conocerse, incluso cuando nadie parecía creer en él («es probable que muchos pensaran que dónde iban esos locos»). Y hasta a Koldo, que tampoco parece conocerlo, se le encomendó la misión de quedarse en la oficina dos noches para custodiar los avales de su candidatura a secretario general. Atención a los tres que conocían el número de avales recogidos: Santos Cerdán, Paco Salazar y él mismo. Lo mejor de cada casa.
No, en serio, lo recomiendo mucho. En la página 82 incluso dice, con todo su cuajo, que «la exigencia de limpieza y decencia en la vida pública (…) es también un valor, quizá el más necesario en estos momentos. La tolerancia del PP con la corrupción, sus cargos bajo sospecha judicial o política, todo ello corroe la confianza de los ciudadanos en el sistema político. (…) el coste que pagamos todos en deterioro insititucional es enorme». El Pedro Sánchez de entonces no da tregua al Pedro Sánchez de ahora. Sigo leyendo.