Kepa Aulestia-El Correo
La encuesta de GAD-3 para este periódico forma parte de los sondeos publicados hasta la fecha que apuntan a una victoria más holgada del PSOE de Pedro Sánchez. Su continuidad en el Gobierno parece asegurada. Tanto que los socialistas estarían en condiciones de decidirse entre orientar la próxima legislatura hacia la izquierda -con Unidas Podemos a la baja- o hacia el centro -con un Ciudadanos que se desdiga respecto a su veto al actual presidente-. Hay una amplísima coincidencia en las encuestas sobre la imposibilidad de que las tres derechas logren sumar la mayoría absoluta requerida para una gobernación solvente. La incógnita inmediata es si la insistencia en tal pronóstico contribuirá más a desmovilizar a una izquierda ya satisfecha, o a descorazonar a populares y ciudadanos que pudieran rendirse en la abstención, cuando no entregándose a Vox. Algo parecido ocurre con el voto comunicante entre PSOE y Unidas Podemos, Compromís o En Comú. Porque el éxito previsto para Sánchez podría inducir una mayor fuga de votantes de las otras izquierdas a su favor o, por el contrario, contener la sangría.
La publicación de encuestas entraña efectos de prescripción para el comportamiento electoral que no son fáciles de determinar de antemano. Pero hoy aflora una segunda incógnita, referida a las conclusiones que cada partido extraiga de los sondeos. A pesar de que se desangren sus eventuales socios, el PSOE no tiene más remedio que continuar recabando hasta el final votos que pudiera atraer de su izquierda. Del mismo modo que, a la luz de las encuestas, Pablo Casado está necesitado de incrementar la diferencia que en las encuestas saca a Ciudadanos y a Vox para tratar de salvar la gestión que ha realizado con la marca PP. En el debate de hoy, y especialmente en el de mañana, los cuatro candidatos dejarán entrever en qué medida las encuestas les llevan a apurar los días de campaña que quedan, rascando hasta el último voto posible; y en qué medida están pensando ya en el día después del 28-A, como si los sondeos hubieran adelantado su éxito o su fracaso.
La encuesta de GAD-3 y las demás reflejan, con absoluta claridad, que Pedro Sánchez no se ha apeado en ningún momento de su rol de presidente; al tiempo que Pablo Casado se ha aferrado a su papel de oposición, sin dedicar un solo minuto a buscar algo de crédito para hacerse presidenciable. La consigna de «sacar a Sánchez de La Moncloa» podría volverse en contra del PP, pero sobre todo de Ciudadanos, en los días que faltan para el domingo. Porque les será imposible hacer campaña en la irrealidad.