JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC
· Pedro Sánchez y Pablo Iglesias parecen haber reducido su misión política a echar a Rajoy del gobierno.
Lo de Miguel Blesa no ha sido un incidente aislado, sino un síndrome de nuestros tumultuosos días: individuos y colectivos que se han metido en conflictos por encima de su capacidad, que deciden matarse o que les maten como salida rápida de sus tribulaciones. Lo mismo puede ser el presidente de un gran banco que un inadaptado que se enfrenta a policías armados hasta los dientes al grito de «Alá es grande».
El caso más a mano que tenemos los españoles es el del gobierno catalán dispuesto a celebrar un referéndum ilegal, sí o sí. ¿Qué necesitan Puigdemont y sus pretorianos para convencerse de que no van a conseguirlo? Les ha dicho que se equivocan la oposición; les han dado con la puerta en las narices en Bruselas y en la ONU, les han advertido de su error los artistas locales más famosos; incluso la patronal catalana de más peso ha calificado su intento de «golpe de Estado jurídico», y como si nada. Siguen en sus trece sin atender a nadie ni a razones.
Tal vez esperan que los enemigos de Rajoy le obliguen a abdicar de sus obligaciones de hacer respetar la ley. Tal vez esperan un milagro. Es difícil penetrar en el cerebro de desesperados. Pues eso son los que se atrincheran en el palacio de la Generalitat y siguen los preparativos de un referéndum que ni el gobierno ni los más altos tribunales del Estado español pueden permitir. Se les llama kamikaces. A mi me recuerdan más bien a los habitantes de Numancia dispuestos a morir antes de rendirse. Lo que les convierte en más españoles que el resto, pues numantinos quedan pocos.
Su único consuelo, si consuelo puede llamarse, es que no están solos. Abundan en esta España que no acaba de adaptarse a las consecuencias de la gran crisis, individuos que sienten
death wish, pulsión de muerte, dispuestos a morir matando sin importarles las consecuencias. Los más famosos son Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, que parecen haber reducido su misión política a echar a Rajoy del gobierno, aunque sea muriendo ellos. Ahí los tienen, tras el fiasco de llevarle a declarar en el caso Gürtel, empeñados en someterle a un tercer grado en el Congreso. Sin darse cuenta de que, primero, todo lo que pueden sacarle del asunto ya se ha sacado.
Segundo, que éste y otros escándalos empiezan a estar demasiado vistos por los españoles y, tercero, que Rajoy es bastante mejor parlamentario que ellos, como ha demostrado más de una vez. ¿Por qué insisten? Pues porque es lo único que tienen y cuando la estrechez de miras se une a la ambición desmesurada produce resultados catastróficos. Entre ellos y Puigdemónt le están haciendo la próxima campaña electoral a Rajoy. Lo peor es el tiempo y las energías que se gastan en este tipo de batallas perdidas de antemano. El PSOE va a ser el gran perdedor, con serios daños para España. Aunque peor nos iría de salirse con la suya.
JOSÉ MARÍA CARRASCAL – ABC – 30/07/17