Desgobierno en el socialismo

ABC 31/01/15
EDITORIAL

· El PSOE debe entrar en un fase de autocrítica a fondo, porque ni es oposición ni es alternativa de gobierno. Para superar esta crisis ha de recuperar su identidad política, perdida en años de compadreo con extremistas y separatistas

LOS dirigentes socialistas están convirtiendo su partido en una jaula de grillos en la que es imposible que fijen una posición política sólida ante el proceso de investidura que se abrirá en las próximas semanas. Mientras Patxi López, quien fue lendakari gracias a los votos del PP, reconoce que el PSOE está ofreciendo un «espectáculo lamentable», el presidente valenciano, Ximo Puig, se muestra «seguro de que habrá nuevas elecciones». Unas siglas con tal falta de confianza no están en condiciones de asumir el gobierno de España, y si lo hacen será a costa de beneficiar a Podemos en la estrategia de absorción que ha iniciado con éxito en la izquierda española. Otro dirigente cualificado, como Guillermo Fernández Vara, presidente del gobierno extremeño, desgrana en una entrevista que hoy publica ABC su análisis de la situación. Y lo hace reiterando las dos únicas posiciones conocidas hasta el momento en el PSOE: que votarán no a cualquier candidato del PP y que su única opción para gobernar incluye necesariamente a Podemos. Con este planteamiento, salvo que Iglesias renuncie a la consulta por la autodeterminación catalana, Fernández Vara asume la conclusión a la que llega Puig: nuevas elecciones. Dejando a un lado los elogios de Fernández Vara a la democracia interna de la que está haciendo gala su partido –el resto lo ve como una fractura interna que crece a diario–, el presidente extremeño se cuida mucho de apostar por Sánchez como candidato en caso de nuevos comicios. Y si además reconoce que los pactos con Podemos en municipios como Madrid y Barcelona han perjudicado al PSOE, lo mejor que le puede suceder a esta formación es un Congreso para renovar su dirección y cambiar de estrategia.

Los socialistas no confían en Pedro Sánchez –hasta el defenestrado Tomás Gómez se está tomando la revancha reuniendo a medio millar de socialistas madrileños para pedir su dimisión–, saben que si pactan con Podemos salen perdiendo y asumen que han tenido los peores resultados de su historia. Una vez más, la mayor perjudicada aquí es España; un país que precisa de una izquierda moderada fuerte, firme en sus principios y unida en torno a ellos. Igual que necesita una derecha sólida y conectada con la sociedad y sus inquietudes, que no puede eludir tampoco esta tarea pendiente.

El socialismo precisa entrar en una fase de autocrítica a fondo, porque ni es oposición ni es alternativa de gobierno. Tampoco tiene conciencia de que pueda serlo mientras no haga una crisis que le permita recuperar su identidad política, perdida en estos años de compadreo con lo más extremista y separatista que ha podido encontrar.