Palma Peña, EL MUNDO 22/11/12
Como si de una margarita por deshojar se tratara, la campaña avanza entre el afán secesionista de CiU, ERC y SI, y el anhelo de contención de populares y ciudadanos. Los de Artur Mas invocan «la voluntad de un pueblo», Esquerra sugiere «la aventura de construir la independencia de Cataluña» y Solidaritat advierte de que «sólo la secesión asegura la igualdad y la dignidad», poniéndole fecha: «Lo tenemos que hacer como máximo en 2014».
Al otro extremo, PPC y Ciutadans esgrimen la teoría de la suma: los populares con su célebre «Catalunya sí, España también» y los seguidores de Albert Rivera bajo el lema «Mejor unidos», recuerdan con The Wall de Pink Floyd de fondo, «justo lo que no queremos en Cataluña: un muro». En medio, los socialistas presentan su «Federalisme» como la «alternativa sensata». Recuperan el célebre lema del franquismo, «España, Una, Grande y Libre», en boca de una mujer desdibujada que recuerda la España de un régimen felizmente concluido hace 40 años. No es novedoso este planteamiento de asimilación desmedida con los peores fantasmas del pasado. En la campaña de 2008, el PSC presentó las Nines russes que, en formato de dibujos animados, parangonaban al entonces presidente, José María Aznar, con el mismísimo Adolf Hitler. Los ataques al adversario están siempre presentes en las campañas del PSC, superando en beligerancia a las del PSOE, y forman parte de su tradición histórica en el audiovisual político.
Lo indiscutible es que todos los planteamientos giran en torno a la independencia, aparcando la economía, la crisis, la educación, la política social o los programas de gobierno.
Por su parte, el PP ha presentado un vídeo donde su protagonista, Joan García, sufre una pesadilla en la que una funcionaria le reprocha su apellido español en el que ya es «el primer día de la independencia». Un spot de escasa elaboración que combina los dibujos animados con el cine, y que insiste como cierre -«Catalunya sí, España también»- en la idea recurrente de esta formación: la suma y compatibilidad de las dos identidades. El vídeo, criticado por CiU, responde a la instrucción dictada en 1998 por Jordi Pujol (EL MUNDO, 14 de noviembre) en la que se establecían las bases para «catalanizar» los apellidos de origen castellano, de tal forma que Corominas pasara a ser Coromines, Casas evolucionara hasta Cases, Fernández mutara en Ferrandis y Sánchez en Sanxís. La independencia, al fin, se presenta como «un sueño» para CiU y una «pesadilla» para el PP.
Siguiendo la estela de los apellidos, pero en sentido contrario, SI presenta un vídeo con apellidos de los que se escoge una determinada letra. Al fin, las letras escogidas conforman la palabra mágica, «independencia», con la que cierra el spot. ERC elige «Catalunya sí» y, pese al parecido con el eslogan del PP, su connotación es justamente la contraria, por su sentido excluyente: sólo Catalunya.
ICV comienza su spot hablando de la crisis, pero cierra con un mensaje polisémico: «Per cert, tenim tot el dret a decidir» («por cierto, tienes todo el derecho a decidir»), invitando al receptor a interpretar el significado aquí del verbo decidir: ¿votar, como hasta ahora, la opción que consideres? ¿O la connotación apunta más lejos? Lo cierto es que, en este contexto, «derecho a decidir» es sinónimo de votar, cuando menos, una opción soberanista.
Ciutadans defiende a los hijos de los inmigrantes españoles: Rivera apela a su propia condición. En el vídeo, su líder pasea por la Barceloneta y recrea cómo sus padres fueron a ganarse la vida a Cataluña. Mantiene la postura conocida de la formación: somos catalanes y españoles a un tiempo.
CiU ha centrado como ningún otro su spot en el candidato, el único protagonista del vídeo y al que quiere convertir no sólo en líder, sino en el Mesías del pueblo catalán, rodeado de banderas, aclamado por la multitud y tutelando su sueño. La campaña se ha centrado exclusivamente en este tema, olvidando otros de máximo interés para la ciudadanía. Mas ha conseguido desviar la atención, no hablar de la gestión de estos dos años, no analizar propuestas concretas para salir de la crisis, entretener al electorado, en vez de con pan y circo, deshojando la margarita de la independencia.
Sólo queda esperar a que los catalanes se pronuncien en las urnas, conscientes de que, lejos de votar una vez más, están abriendo la puerta a la secesión. El 25-N comprobaremos el sentir del electorado: si el pueblo respaldó el proyecto soberanista de CiU o si entendió esta convocatoria como una más. Entre tanto, Mas deshoja la margarita: independencia sí, independencia no; España sí, España no. Y ¿Europa, qué hacemos con Europa?
Palma Peña es profesora de la Universidad Rey Juan Carlos y del Máster en Comunicación Institucional y Política de Unidad Editorial.
Palma Peña, EL MUNDO 22/11/12