Tras dos horas y media de reunión con Pedro Sánchez, el presidente de la Generalitat catalana, Pere Aragonès, explicó durante cuarenta minutos en rueda de prensa cuáles son los planteamientos y objetivos con los que comienza el diálogo entre el Gobierno de España y el de Cataluña.
Un análisis del discurso de Aragonès permite aflorar al menos una decena de trampas. Son estas:
1. «El conflicto»
«Conflicto» fue una de las palabras más repetidas por el presidente catalán. Para Aragonès existe «el conflicto entre el Estado español y Cataluña».
Nótese bien que no hay un conflicto entre catalanes en Cataluña, y caso de haberlo sería en todo caso secundario. Se invisibiliza así, al menos, a la mitad de catalanes que quieren seguir siendo españoles.
Por lo tanto, no existen ni han existido los ataques a las sedes de los partidos catalanes constitucionalistas, el lavado con lejía de las plazas donde han hablado políticos catalanes no separatistas, o la ridiculización y el señalamiento desde los medios de comunicación de la Generalitat de ciudadanos catalanes que prefieren a Cataluña dentro de España.
2. «La represión»
«Represión» fue otro de los vocablos fetiche de Aragonès. «Queremos encontrar una solución a toda la represión, también a la que afecta a los exiliados y exiliadas, a todas las personas que siguen pendientes de juicio, y a los que hoy están sufriendo la persecución del Tribunal de Cuentas».
Se presenta al Estado español como el gran opresor… por aplicar la ley. Más aún, viene a sugerirse que lo verdaderamente democrático es saltarse la ley.
Aragonès retuerce de tal forma la realidad que pretende presentar a un país que viene figurando durante décadas en la parte alta de los rankings internacionales de calidad democrática como una dictadura. La realidad es que la Cataluña reprimida ha alcanzado en esta España las mayores cotas de progreso, bienestar y autonomía de su historia.
3. «La mayoría»
Aragonès se hartó de repetir que las posiciones que lleva a la mesa de negociación con Sánchez son las de la mayoría de catalanes: «Hay que encontrar la forma de satisfacer la voluntad mayoritaria de la ciudadanía de Cataluña… La amnistía y la autodeterminación son los dos grandes consensos que existen en el seno de la sociedad catalana».
El presidente de la Generalitat mezcla hábilmente dos conceptos en su discurso, de forma que no se sabe bien si se refiere al 52% de catalanes que optaron por partidos independentistas el pasado mes de febrero -ojo, con una abstención del 49%-, o si se remite al más volátil 68% que, según el CIS catalán, son partidarios de decidir el futuro de Cataluña en un referéndum.
Ninguna democracia del mundo aceptaría romper un país con la primera cifra, y la segunda palidecería seguramente con la que obtendríamos de preguntar a los ciudadanos catalanes si prefieren no pagar impuestos o que el transporte público sea gratis, por poner sólo dos ejemplos.
4. «Diálogo»
Al modo orwelliano, el término «diálogo» representa, en boca de Aragonès, exactamente su opuesto. «Nunca nos vamos a levantar de todos los ámbitos donde haya la posibilidad del diálogo y la negociación», presume. Pero añade inmediatamente: «Esta negociación no será fácil, porque no renunciaremos. Que nadie se equivoque».
Y también: «No hemos transitado este camino» -el de saltarse las leyes, cabría apuntar- «para volver al 2010, cuando el Tribunal Constitucional anuló varios preceptos del Estatut de Cataluña».
Asistimos, en realidad, al intento de imponer una solución radical y maximalista que ni siquiera encaja en la legislación, pero por la que, sorprendentemente, todos deberíamos estar agradecidos, pues podría ser más extrema incluso: «Para nosotros el camino intermedio es el referéndum, porque nuestro punto de partida es la independencia… Si hubiéramos venido con una posición de máximos habríamos dicho: que se reconozca mañana la independencia de Cataluña».
5. «Incumplimientos»
España no sólo es un país represor para Aragonès, tal y como hemos visto más arriba. Tampoco es de fiar. Eso puede verse en los «incumplimientos» del Gobierno central, un estribillo repetido hasta la saciedad y que ha ido engordando durante décadas el victimismo en Cataluña.
Muchos catalanes están convencidos de que sólo en las carreteras de Cataluña se pagan peajes y que los únicos trenes de cercanías que fallan son los del área metropolitana de Barcelona. Por eso este martes el presidente de la Generalitat hablaba del «déficit de inversiones en Cataluña», y aunque tuvo que admitir que los Presupuestos de Sánchez le favorecen, apostilló: «pero hay que ejecutarlos».
6. «Histórico»
Desde que el nacionalismo se despertó independentista todo son hitos, cumbres bilaterales, jornadas trascendentales, acontecimientos mundiales. Todo se hace también de forma grandilocuente.
En ese tono habló Aragonès para explicar que la negociación que él dirigirá en adelante será «la más compleja, la más difícil que habrá hecho el Gobierno de la Generalitat en toda su historia contemporánea, porque servirá no sólo para abordar una cuestión de inversiones, un tema de sistema de financiación, sino un conflicto político de fondo. Cataluña quiere decidir su futuro con toda la libertad».
7. «Consejo de Europa»
Un órgano que no pertenece a la UE, cuyos acuerdos no tienen efectos vinculantes ni legales, como el Consejo de Europa, se ha convertido en el monolito de Kubrick para el separatismo. También para el molt honorable Aragonès.
No importa que ninguna institución de la UE ni ninguna democracia del mundo haya respaldado la causa independentista catalana. Da igual que el mismo informe del Consejo de Europa al que se agarra la Generalitat porque denuncia falta de libertades en España también desmienta el soniquete independentista de que aquí se encausa a los políticos por sus ideas. Hoy, «el Consejo de Europa marca el camino del fin de la represión» y, hoy, «el primer paso para avanzar en la solución debe ser el cumplimiento del informe de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa».
8. «Votar»
Aragonès confunde el mecanismo característico de la democracia (votar), con la democracia misma. Sin embargo, no todo se puede someter a votación en democracia.
«Que el conflicto político entre Cataluña y el Estado se decida democráticamente, en las urnas… Nuestra propuesta es libertad y votar», aseguró el president.
Eso sí, cuando habla de votar, en realidad reivindica esa facultad sólo para los ciudadanos de Cataluña, pues pretende usurpar el derecho de todos los españoles a decidir acerca del futuro de su país.
9. «Metodología»
El aire de superioridad del nacionalismo catalán asoma en algunos tics. El de Aragonès tras su visita a la Moncloa fue apelar una y otra vez a la «metodología».
Frente a la anarquía y la pereza tan españolas, que amenazan con arruinar cualquier empeño, el presidente catalán opuso la seriedad y solvencia que encierra una rigurosa y casi prusiana «metodología».
«Metodología y no imágenes», enfatizó, para desterrar la idea de que a las dos mesas donde ahora se jugará el partido España-Cataluña, el equipo cuatribarrado irá con la idea de hacerse la foto.
10. «División de poderes»
El highlight de los highlights, el momento cumbre de la comparecencia de Aragonés, o sea, llegó tras la pregunta de una periodista que quiso que le explicase cómo pretendía que Sánchez retirara las demandas de extradición a los huidos del procés en un país en el que existe la división de poderes.
En un primer momento, Aragonès dijo esto: «Cuando el Partido Popular tiene secuestrado [sic] la renovación del Consejo General del Poder Judicial, ejerciendo el derecho a veto desde el Congreso de los Diputados para impedir la renovación del Consejo General del Poder Judicial, del máximo órgano de gobierno de la judicatura, pues decir que mi propuesta es la que rompe la división de poderes, yo creo que no es lo más acertado. Lo que rompe la división de poderes es el secuestro por parte de la derecha política de los órganos de gobierno de la judicatura».
Al indicarle la periodista que no había respondido a su pregunta, que ella simplemente pedía saber cómo pensaba la Generalitat que su reclamación pudiera llevarse a cabo, el presidente catalán cortocircuitó: «Hay instrumentos por parte del Estado para que se puedan llevar a cabo estas… el detalle evidentemente pues no lo hemos tratado en esta reunión con el presidente del Gobierno, pero aquí evidentemente hay un informe por parte del Consejo de Europa que dirige un mandato al Estado, es el conjunto del Estado de las instituciones del Estado, el conjunto del Estado, el Estado en sí mismo que forma parte del Consejo de Europa y que por lo tanto sabrán ellos encontrar el camino para resolverlo». Lo hubiera suscrito Ozores.