Desmoralizantes absoluciones

EL MUNDO 22/06/17
ARCADI ESPADA

LAS ABSOLUCIONES de los casos Guateque y Mercasevilla entran en la costumbre de los asuntos jurídicos. Hay (todavía) menos absoluciones que condenas, pero el juicio oral violenta a veces inesperadamente el trabajo del instructor y de las acusaciones. Del indicio al hecho hay un trecho –yo a mi vez voy violentando el refranero–, y muchos indicios acaban degenerando en graves errores de percepción o en callejones sin salida hacia la prueba definitiva. Detrás de la absolución suele haber un largo proceso de sufrimiento que se agrava cuando el caso es uno de los llamados mediáticos. En la España de hoy cualquiera sabe lo que conlleva un caso mediático: la notificación, sin juicio, de la pena llamada del telediario y su cumplimiento implacable hasta que el juicio se celebre. Si el juicio depara la absolución, el cumplimiento de la pena se detiene (salvo en algunos casos de libro como el del ex presidente Francisco Camps), aunque no por la reparación de la ofensa ni por el pago de los daños, sino por el olvido indiferente. Desde que los medios se dedican a la obscenidad judicial ya comparten con el juez la facultad de condenar. Pero el juez aún se reserva estrictamente la capacidad de absolver: los medios jamás absuelven.

La absolución en un caso mediático no solo trae graves consecuencias para las personas, individualmente consideradas. Trae también graves perjuicios para la moral general. Dado que policía, fiscales, acusaciones particulares y medios sometidos a una estricta monodieta de fuentes acusatorias han ido dictando sentencias, al ritmo de las oportunas filtraciones, durante la instrucción del caso, la opinión general se ha ido formando sólido juicio, nunca mejor dicho, sobre la catadura de los acusados y el signo de los hechos. Y, como consecuencia, la absolución supone siempre una desmoralización. La insidiosa sospecha de que no se ha hecho justicia. En el imaginario del fiero populismo una absolución significa que los jueces han logrado neutralizar las heroicas y veraces indagaciones de fiscales y policías (que policías y fiscales han filtrado previa y debidamente, por lo que pudiera pasar) y las han sometido al dictado corrupto de la política. Cualquiera habla en España de la politización de los jueces. Nadie habla en España de la politización de los fiscales y de la policía. Porque es justicia la que acusa y es política la que absuelve.