En Euskadi la obsesión por la diferencia ha llegado a alimentar argumentos tan endebles como que la emisión del discurso del Rey «ya se programa en otras televisiones». El anterior director de ETB hacía carambola: no permitir la emisión del discurso pero, en los informativos siguientes, prestar mucha atención a las críticas al discurso no visto. El desiderátum del periodismo.
será hoy cuando el director general de EiTB, Alberto Surio, anuncie ante el Parlamento vasco que el discurso navideño del Rey Juan Carlos se emitirá, por primera vez, la próxima Nochebuena por el canal autonómico. Como ocurre en todas las comunidades. Para dejar claro que Euskadi puede disfrutar de la normalidad institucional que, en este caso como en tantos otros, nunca tuvo. La emisión del discurso real en la televisión pública vasca representa, aunque suene paradójico, la despolitización de la figura del Jefe del Estado.
Justo lo que los sucesivos gobiernos nacionalistas han perseguido cuando ocupaban el poder. El silencio era el mensaje. La censura era el discurso. Una exhibición de partidismo por encima de la pluralidad y la transversalidad que a la larga le ha costado al principal partido jeltzale alejarse de la centralidad social con las consecuencias políticas conocidas.
Porque desde que la autonomía vasca empezó a funcionar en 1980, todos los lehendakaris nacionalistas han ido negando la cesión de ese espacio público para el mensaje del Monarca. Sencillamente, no se emitía. En su lugar aparecía el desfile del Olentzero para acaparar la atención de la audiencia. En Euskadi, para discursos navideños, ya había bastante con el único, el del lehendakari de turno que se emitía, eso sí, días después para no dar lugar a malentendidos políticos de arriesgadas consecuencias. Y así ha funcionado ETB en los últimos 29 años.
Que una cosa era ‘engalanarse’ para acudir a los eventos de La Zarzuela, a los que algunos cortesanos nacionalistas acudían gustosos, y otra muy distinta que el Rey soberano se colase en los hogares vascos, que para soberanos «nos sobramos». La tónica de todo este tiempo ha estado marcada por la obsesión nacionalista de anotar la diferencia. Euskadi ha sido tan ‘different’ que ni siquiera ha recorrido, en este capítulo navideño, un camino paralelo al catalán. Porque en la tierra que ahora gobierna Montilla, tienen sus propias costumbres de diversión, sin despreciar por ello los regalos de los Reyes Magos; faltaría más. Y se han divertido siempre dando garrotazos a un tronco de árbol dormido simbolizado en una alfombra de donde salen kilos de caramelos (el ‘caga tió’) para abonar de nuevo la tierra. O se han reído de los famosos inmortalizados en las populares figuritas del ‘caganer’.
La decisión de emitir el discurso navideño del Rey, tomada por el nuevo equipo directivo de EiTB, es un gesto de respeto a los símbolos constitucionales en una televisión en donde algunos invitados no tienen empacho en referirse al Rey llamándolo «ese tal Juan Carlitos» demostrando la más absoluta falta de deferencia hacia los símbolos institucionales de este país. Una decisión que viene acompañada de una viva polémica, procedente de un sector de la población nacionalista que, a medida que va transcurriendo el tiempo, se va descubriendo a sí mismo.
Y si antes sus afiliados eran democristianos, ahora se reconocen en el espejo como socialdemócratas. Incluso aconfesionales si se trata de pronunciarse ante la reforma de la Ley del Aborto o la retirada de símbolos religiosos de la vida pública. En esta revolución forzada no cabe ni un republicano más. Y la bolsa de independentistas va cotizando al alza. Por lo tanto, el nuevo equipo de la televisión vasca sabía que el cierre del capítulo de la anomalía levantaría ampollas.
Desde el flanco nacionalista se le dirá hoy a Alberto Surio en el Parlamento que la emisión del discurso del Rey tiene «escaso interés informativo». Una tesis difícil de demostrar salvo que algún «referendista» salga a la palestra para proponer una consulta a la audiencia. Y es que en Euskadi la obsesión por la diferencia ha llegado a alimentar argumentos tan endebles como que la emisión en cuestión «ya se programa en otras televisiones». De llevar este planteamiento al máximo de la coherencia, habría que preguntarse ¿qué pintan unos informativos de ETB que, además de los temas más cercanos, tratan informaciones, incluso con imágenes similares cuando no idénticas, que ya se emiten en otras cadenas?
El que fue director de ETB antes de pasar a presidir el PNV en Vizcaya, Andoni Ortuzar hacía la siguiente carambola: no permitir la emisión del discurso del Rey en Nochebuena pero, eso sí, en los informativos del día siguiente, mucha atención a sus palabras con las críticas a un discurso que no se había visto y que, por lo tanto, tenía que emitir en versión reducida. El desiderátum del periodismo.
Ni siquiera en Cataluña se ha privado a los ciudadanos de la posibilidad de seguir, o no, el discurso del Rey a través de TV3. En una comunidad donde abunda y engorda el sentimiento republicano, se ha ofrecido siempre el discurso del Monarca sin que hayan crujido las Ramblas, ni se hayan rasgado las vestiduras los de ERC, por raro que parezca. A Jordi Pujol nunca le molestó. Pascual Maragall lo consideraba «natural». Y Montilla bastante tiene con prepararse su propio discurso y no aburrir a los espectadores. Por cierto, la última audiencia navideña en TV3, rondó el 27 % (479.000 personas). A ver quién supera ese ‘share’ con una programación alternativa «de interés general».
Tonia Etxarri, EL CORREO, 21/12/2009