José Alejandro Vara-Vozpópuli

  • Sánchez tiene su plan. No lo oculta. Va más allá de esa ‘España plurinacional’ que dicen en el PSOE

A las personas que viven en el rencor se les nota en la cara. Así Sánchez, este jueves, frente al Rey. Lo esquivó el miércoles en el Cervantes. Lo ha eludido este sábado, en los funerales de Francisco. Pero no pudo evitarlo en este funeral, el del Consejo de Seguridad Nacional en la Zarzuela. Medio gobierno con caras serias, como de velorio. ¿Quién se ha muerto? Todas las miradas puestas en  Marlaska, que se acababa de engullir 15 millones de balas israelíes por empeño de Yolanda Díaz. Quiso el capricho del protocolo que, casualmente, estuvieran juntitos en la mesa. Al sentarse, la vice-dos exhaló un suspiro adolescente, como por hacer algo. Y se ajustó el escote del chalequillo también a lo tonto, porque no puede estarse quieta. Cuando no tiene a quien sobetear, se acaricia. Nadie hablaba, ni un murmullo, todas las cabezas reclinadas sobre el anodino dossier de la reunión. El Rey, en su salsa, los contemplaba con indudable aire de satisfacción. Cada uno en su sitio. Un olor a pólvora inundaba la sala, efecto de la balasera matinal en el ‘espacio de la izquierda’, todos contra todos, los comunistas contra los yolandistas, Sumar contra Marlaska, Margarita vaya usted a saber, Bolaños temblando por los guasap del fiscal y Sánchez, inclinada la cerviz, no veía llegar el momento de salir de allí y perder de vista al tipo este que tanto detesta. La única feliz de la reunión parecía Diana Morant, la ministra de Universidades, que emitía una sonrisa boba, como de postulante de First Dates.

España es la única monarquía europea en la que el primer ministro no acompaña al Rey en el funeral del Vaticano. Desde Moncloa explicaron que con tan magna representación no hace falta que acuda el presidente del Gobierno

La reunión apenas se prolongó 45 minutos. Parloteos breves, comentarios epidérmicos, informes vacuos. Un puro trámite. Como si Putin no enseñara los dientes y Trump no nos hubiera abandonado. Concluida la representación, Sánchez volvió raudo a Moncloa. Desde el coche quiso pulsar el ánimo de su rebaño después de la trifulca. Todo tranquilo. Algunas heridas, meros rasguños. Marlaska aguanta lo que le echen. Yolanda se dejaría cortar el pelo un millón de veces antes de renunciar a su sillón, su sueldazo, sus secres, su cochazo, su relevancia política, su prestancia social. Sira Rego, la palestina, hamás-hamás volvería a Rivas.

Sánchez no estará en Roma. España es la única monarquía europea en la que el primer ministro no acompaña al Rey en el funeral del Vaticano. Desde Moncloa explicaron que con tan magna representación no hace falta que asista el presidente. Además del desplante, la burla. Se ahonda la distancia en el vértice del Estado, un hecho no precisamente atribuíble al Rey. Hace ya tiempo que Sánchez no disimula su actitud refractaria y su ostensible displicencia hacia el monarca. El episodio de Paiporta, cuando la dana, en el que mostró tanta gallardía como el perro de los Simpson, supuso el punto de no retorno. Los Reyes aguantaron y Sánchez salió corriendo. “No te lo perdonaré jamás”, sentenció el cobardón, como Cayetana a aquella Manuela cuando la cabalgata.

Aquellos encuentros periodicos no se han restablecido. Ahora se celebran en forma esporádica, muy fría y ocasionalmente. Ya solo se comunican por teléfono. “Habla menos con el Rey que con el chino”, dicen en broma fuentes del Ejecutivo

Le ha jibarizado la agenda, le ha vetado desplazamientos oficiales, le ha enviado a mindundis de cuarta como acompañantes en visitas de Estado, le dejó solo en el periplo por los países Bálticos, en plena amenaza putinesca, aunque a última hora se desplazó la ministra de Defensa, esa reina de la intriga… Sánchez espacia sus actos compartidos, aligera sus coincidencias. El tradicional despacho semanal entre Rey y presidente se cambió por un telefonazo durante la pandemia. Causa de fuerza mayor. Aquellos encuentros periodicos no se han restablecido. Ahora se celebran en forma esporádica, muy fría y ocasionalmente. Ya solo se comunican por teléfono. “Habla menos con el Rey que con el chino”, dicen en broma fuentes del Ejecutivo.

Sánchez tiene su plan. No lo oculta. Va más allá de esa ‘España plurinacional’ que dicen en el PSOE. El objetivo es sustituir la actual forma política del Estado por una confederación republicana y plurinacional. Una mutación constitucional por la puerta de atrás, sin masas en las calles ni pronunciamientos belicosos y que quizás se intente, burla burlando, en la próximas elecciones, que tendrán apariencia plebiscitaria. Zapatero ultima ya este tránsito con sus amigos Frankenstein. España será un bodrio arracimado de cinco naciones con Sánchez encaramado en la cúspide como un espantajo totémico e inamovible. Por supuesto que en ese enjuague el Rey sobra.

Por muy adormilados que estemos, por muy sedados, por muy sonámbulos que parezcamos, esto no aguanta.

EL VARÓMETRO

-En vez de ‘enemigos de la nación’, algún columnista escribe ‘enemigos estatales’. Y cada vez que menciona al Gobierno no olvida de añadir lo de ‘progresista’.

-Hace como tres días que Sánchez no dice lo de ‘arrimar el hombro’. Honda preocupación.

-El símbolo de la muerte del Papa es la fotografía de Emilio Morenarti en AP, en la que una monja, hermosa como Ingrid Bergman, se derrama en un chorro de lágrimas desde sus jos azules.

-Parecía una persona normal. Una vez lo vi reciclar.

-Broncano ha muerto, viva Belén Esteban, viva la tele del pueblo. (Oído en el Pirulí)